La baja corresponsabilidad abre la brecha salarial entre hombres y mujeres

Según el estudio 'Spanish Gender Gap', publicado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), en igualdad de condiciones las mujeres trabajadoras españolas tienden a ganar, aproximadamente, un 20% menos que sus homólogos varones. Sus autores responsabilizan de esta diferencia a la falta de implicación del hombre en las tareas domésticas y el cuidado de los hijos, entre otros aspectos.

La igualdad entre hombres y mujeres en España sigue siendo una utopía de lejano alcance, tanto en lo laboral como en lo social. No es ningún secreto: los consejos de administración de las grandes empresas y otros puestos de liderazgo siguen copados por el género masculino; las mujeres sufren con mayor frecuencia el despido, especialmente cuando toman la determinación de ser madres; los sueldos siguen siendo más generosos para ellos que para ellas… Incluso si centrándose en propuestas de ocio (deportes, espectáculos, etc.) la presencia del hombre sigue siendo predominante.

Es una realidad que, aunque ha mejorado con el tiempo, lleva años estancada. Con la intención de impulsar un cambio de rumbo, algunas organizaciones están trabajando desde lo estadístico para dar con el origen del problema y proponer posibles soluciones.

Una de ellas es la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), que recientemente publicaba el informe Spanish Gender Gap, elaborado por los economistas José Ignacio Conde-Ruiz e Ignacio Marra, en el que se ha comparado el caso español con el de otros siete países de su entorno (Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda, Reino Unido y Suecia). Según sus conclusiones, uno de los grandes escollos con los que se encuentra el ascenso femenino en España es el reparto desigual en las tareas del hogar, incluyendo en esta variable el cuidado de los hijos y de otros familiares dependientes.

Las españolas dedican de media al día 2,5 horas más que los hombres a estas labores, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), algo que en opinión de Conde-Ruiz “es uno de los factores más importantes de la desigualdad laboral de género”. ¿Por qué? Por una parte sigue propiciando una clara y fuerte segmentación nada beneficiosa para el género femenino según los autores del paper, algo que frena sus aspiraciones y les impide encontrar un puesto adecuado a sus aptitudes. Esto desemboca también en peores sueldos: según sus cálculos, en igualdad de condiciones los hombres tienden a ganar en torno a un 20% más que las mujeres, normalmente en la parte variable del sueldo.

Otro dato revelador aportado por el INE es que el 22,6% de las mujeres ocupadas con hijos han reducido su jornada laboral para cuidar a sus hijos frente al 3,44% de los varones. “Una decisión que suele estar supeditada al sueldo: como ellas ganan menos o tienen trabajos con menores incentivos tienden a ser las que reducen su jornada y, en consecuencia, terminan perdiendo oportunidades de ascenso”, contempla el economista de Fedea.

El 22,6% de las mujeres ocupadas con hijos han reducido su jornada laboral para cuidar a sus hijos frente al 3,44% de los varones.

Usúe Madinaveitia, creadora del movimiento Mamiconcilia, añade que “medidas como la baja de maternidad, la reducción de jornada o la excedencia, disfrutadas mayoritariamente por mujeres, acaban provocando que las empresas prefieran fichar o promocionar a hombres”.

Él, parte fundamental del cambio

No obstante, en la diferencia de porcentajes apuntados por el INE también influye el estigma que se le impone al varón que solicita determinados permisos por paternidad. Un ejemplo es el despido que el periodista Adrián Cordellat sufrió recientemente, pocas horas después de que solicitase una reducción de jornada para cuidar de sus hijos, una historia que se ha hecho viral a través de las redes sociales en las últimas semanas y que ha propiciado nuevos debates en el campo de la conciliación en España.

“El papel del hombre es fundamental porque ellos son los que tienen la llave para lograr la igualdad asumiendo las mismas responsabilidades que nosotras respecto a las tareas del hogar y la crianza y educación de los hijos. El trabajo reproductivo está impidiendo a la mujer mantenerse y avanzar en el trabajo productivo”, advierte Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres e impulsora de la Asociación Yo No Renuncio, que tiene como objetivo alcanzar una conciliación real, a su entender inexistente.

Un fin que comparten con Mamiconcilia, que lleva varios años dando visibilidad a esta situación publicando y analizando historias reales de mujeres y hombres (muchos de ellos, directivos). Su trabajo está sirviendo para plantear medidas a los diferentes grupos políticos que conforman el Parlamento que sirvan para fomentar la conciliación y, con ella, la corresponsabilidad.

Posibles soluciones

Desde Fedea opinan que para mejorar esta situación y acercarse a esa ansiada igualdad sería positivo contar con más servicios públicos de cuidado infantil y promover incentivos económicos para el reparto equitativo de bajas de nacimiento, como se hace en países como Alemania. “Aquellos hombres que disfrutan de su baja, de forma completa o parcial, suelen implicarse de una forma más equitativa en el cuidado de sus hijos”, explica Conde-Ruiz.

Tanto Baena como Madinaveitia opinan que es fundamental generar cambios en el plano educativo y que las nuevas generaciones crezcan en un espacio libre de segregación, pero también implicar en este sentido a los empresarios y a la sociedad en general. Ambas partes coinciden además en la necesidad de potenciar la flexibilidad laboral. “Necesitamos que el Gobierno apoye a las empresas para que éstas implanten medidas de conciliación y que los empleados asuman responsabilidades para que la rueda funcione”, apunta la fundadora del Club de Malasmadres.

En este sentido, Laura Baena anima al Ejecutivo a aprobar leyes “que actúen como palancas de cambio”, como incentivos fiscales para pymes que implanten jornadas continuas con flexibilidad horaria. O para aquellas empresas que ofrezcan alicientes a los hombres con el fin de que se impliquen más en las tareas domésticas y el cuidado de los hijos.

Expertos piden incentivos fiscales para pymes que implanten jornadas continuas, igualar los permisos de nacimiento de hombres y mujeres e implementar las políticas de cuotas.

Usúe Madinaveitia también aboga por transformar los permisos de nacimiento. “Deberían ser iguales, intransferibles y pagados al 100%, como promueve la Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción (PPiiNA). Por otra parte, sería de gran ayuda contar con servicios gratuitos para la atención de niños de 0 a 3 años para facilitar el acceso al mercado laboral a todos”.

Tanto la fundadora de Mamiconcilia como los economistas de Fedea añaden las políticas de cuotas a su lista de soluciones, una medida que debería fomentar el ascenso de la mujer hacia puestos directivos hasta alcanzar la igualdad técnica. De hecho, el estudio de José Ignacio Conde-Ruiz e Ignacio Marra recomienda seguir el ejemplo de Italia.

En el país vecino se impusieron cuotas de género obligatorias en los consejos de las empresas públicas y de las que cotizan en bolsa, con una implantación gradual en tres años, con una duración de, al menos, tres mandatos y con duras sanciones para quién no las cumpliese. De esta manera la presencia femenina en los consejos de administración pasó del 6% al 30% en cincos años. Y no sólo eso, a raíz de esta medida también mejoraron la gobernanza, los procesos de selección y la cotización bursátil de las empresas implicadas.

La diferencia con España es notable: según los datos del informe, el pasado año en España las mujeres ostentaban sólo un 10% de las posiciones de liderazgo de las grandes empresas y un 17% de los asientos de los consejos de administración, muy por debajo de los otros países analizados. “Hay un gran porcentaje de mujeres sobrecualificadas para el puesto que desempeñan. Es más, es preocupante el estancamiento de las tasas que alcanzan puestos de responsabilidad”, advierte Conde-Ruiz.

Algo que se contradice con su nivel educativo: el 67% de las mujeres entre los 20 y los 50 años han completado la educación secundaria superior frente al 58% de los hombres. La diferencia es bastante similar atendiendo a los estudios universitarios o equivalentes: un 43% frente a un 36%. “Todas estas diferencias suponen una pérdida de fuerza laboral y de talento que no nos podemos permitir”, zanja el economista de Fedea.

Comentarios