Elijo todo. Porque yo lo valgo

Recuerdo una tarde de Reyes, tras la cabalgata, subir con mucha ilusión al salón de cristal del Ayuntamiento de Valencia a conocer a Sus Majestades, y recibir personalmente de sus manos un regalo anticipado.

Desenvolví aquel presente con ilusión, y me encontré con un juego de mesa -en mi época de los mejores regalos que podías recibir para jugar en familia- llamado Spot. Al llegar a casa descubrí que se trataba de acertar, a través de frases como El mío lo lava más blanco, o Leche, cacao, avellanas y azúcar, el producto que se estaba anunciando.

Poco a poco empecé a ver, lo primero, que el juego era algo antiguo, por el tipo de spots que recogía; lo cual ya decía mucho: los anuncios marcan generaciones. Y, lo segundo, la cantidad de frases publicitarias, “jingles” comerciales, y spots, grabados en la memoria de toda una familia. El poder de la publicidad, ya en los años 80.

Pero mi reflexión hoy va mucho más allá de esto, que ya de por sí es importante pararse a pensar. Y lo haremos mientras jugamos al Spot del siglo XXI.

Te lo mereces, y lo sabes

Te lo mereces, y lo sabes. Piensa unos minutos, ¿de qué empresa estamos hablando? Éste es uno de mis eslóganes preferidos, aunque es de la campaña anterior. Este año ha sido sustituido por -a ver si alguien se acuerda…-: Quiéreteme, quiérete un poquito, amor; quiéreteme, este es tu momento, amor.

Estamos hablando de un gigante de las compras como es El Corte Inglés, que he de reconocer que a nivel publicitario ha dado un salto cualitativo en las últimas campañas. Estas dos, asociadas a las rebajas, junto con la de este año de Navidad de la fábrica del papel de regalo, son emotivas, enganchan y se convierten en virales. ¿Quién no se ha encontrado parada en un semáforo, canturreando: Quiéreteme?

Este tipo de anuncios apelan a una idea madre: te mereces consumir, te mereces ese producto, porque Tú lo vales (de L’Oréal París, por cierto). Tu valor tiene que ver con tu potencial de consumo. Cuanto más vales, más consumes.

Elige todo

Esta es otra idea matriz que me ha llamado poderosamente la atención en los últimos meses: Elige todo. Esta campaña de Movistar (dominio web incluido Eligetodo.com) nos incita a la no elección; promueve que tenemos “derecho” a tenerlo todo, y nos lleva a una enorme frustración si no podemos conseguirlo.

En mi época de niña nos enseñaban a vivir con moderación, a esforzarnos para conseguir nuestros objetivos, a saber que no se puede tener todo en la vida, y que se puede ser feliz con lo necesario. Hoy lo queremos todo, elegimos tenerlo todo, porque, de nuevo, “lo valemos”.

¿Resfriado? ¡Venga ya!

Esta es una de mis favoritas, y para mí de las más preocupantes. El anuncio narra la siguiente situación: «Éste es Jaime. Y Jaime tiene hoy un plan importante, a pesar de un molesto resfriado; y a pesar de que el día no sea precisamente soleado; y de una inoportuna parada para ir al baño; y de un repentino atasco, y de un camino encharcado… Porque Jaime puede tener un resfriado, pero no va a dejar que frene sus planes gracias a la solución más completa de Frenadol. ¿Resfriado? ¡Venga ya!”.

Desde el Frendadol Forte, porque no dejes un trancazo cambie tus planes, ni los de los tuyos, hasta el Frenadol Junior, para que ni los niños dejen de jugar a la consola por un resfriado. Una cultura del “no parar” alentada cada cinco minutos en televisión.

Parece que me hago mayor, hablando constantemente de mi niñez, pero antes, cuando una persona estaba enferma, se le recomendaba reposo, caldos e infusiones. Descanso y atención. Hoy desde muy pequeños se nos introduce en esta cultura que lleva a que a nadie se le ocurra llamar al trabajo para decir que no va porque está resfriado y necesita el correspondiente reposo, caldo e infusión. Que nada te pare.

La publicidad de medicamentos ha creado una cultura que lleva a que a nadie se le ocurra llamar al trabajo para decir que no va porque está resfriado.

Para que no te pierdas nada

Otro aspecto interesante, reflejo de la sociedad actual, que recogen los anuncios es la inmediatez. En tan solo un minuto, para que no te pierdas nada. La forma más rápida de comer (arroces Brillante). Como si cocinar y comer fuera “perderse algo”, en lugar de una parte fundamental de la vida de las personas. Esta idea de la rapidez en las tareas cotidianas, unida a las compras por Internet, a las entregas en una hora, al WhatsApp, el correo electrónico en el móvil, el Messenger… nos ha instalado en una cultura de la inmediatez que aterra.

Al igual que nadie puede dejar de ir a trabajar por un resfriado, tampoco puede no contestar un wasap al instante, no estar pegado al móvil, o tardar media hora en hacer la comida pudiendo hacerlo En tan solo un minuto.

Las interferencias

Y acabamos este breve repaso muy personal de la publicidad actual con las interferencias. Vivimos en un mundo de constantes interrupciones. Hemos aprendido a trabajar en la multitarea, atendiendo a la vez a llamadas, correos electrónicos, reuniones, wasaps, y con varios dispositivos electrónicos conectados a la vez. Y la publicidad se mueve al mismo ritmo.

Hace unos años, si recordamos, los cortes publicitarios eran menores, pero más largos. A uno le daba tiempo a levantarse, ir al baño, quitar la mesa, mientras volvía a empezar su serie favorita. Hoy son frecuentes los cortes en una serie de apenas 20 minutos.

Si sois seguidores de canales juveniles, veréis cómo en estos todavía se intensifica más. Es habitual un minuto de emisión, y un corte publicitario de siete; dos minutos de emisión, y otros cinco de publicidad. Una intermitencia abrumadora que desespera al más tranquilo, pero a la que los jóvenes están acostumbrados, y aprovechan para coger el móvil, mandar unos mensajes, consultar sus perfiles en redes sociales, comentar lo que están viendo, y volver a su programa favorito.

Una intermitencia a la que muchas personas ya intentan hacerle frente, como alerta el aumento de cursos de mindfulness, o lo que es lo mismo, el cultivo de la “atención plena”, el vivir en el aquí y en el ahora, maravillarse del entorno. Vivir con los pies en la tierra. Cultivarse y conocerse a uno mismo, y buscar la felicidad, más allá del consumo. Algo, que por desgracia, hoy no es tan fácil conseguir por sí mismo.

La publicidad es un pulso de lo que la sociedad es y desea. De sus anhelos, de en qué quiere convertirse. Hoy, cuando enciendas la tele, quizá la mires con otros ojos. Y quizá prefieras, elijas, darle al botón de “off”. Al menos por un rato.

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