El ‘bullying', asignatura pendiente de los centros educativos españoles

Con el paso del tiempo el acoso escolar se ha recrudecido: según la Unesco, dos de cada diez alumnos lo sufren en todo el mundo, unos 246 millones de niños y adolescentes. Sin embargo, en muchos colegios e institutos sigue siendo una lacra silenciada, y sólo se llevan a cabo protocolos y medidas reactivas cuando aparecen situaciones complicadas en las que el daño ya está hecho.
<p>Portada de la serie de Netflix: 'Por trece razones'.</p>

Portada de la serie de Netflix: 'Por trece razones'.

Desde que el mundo es mundo siempre ha existido la opresión, desde todos los puntos de vista y en todos los niveles. El bullying o acoso escolar es una forma más, a la que nunca se ha dado demasiada relevancia. Sin embargo, en los últimos años han sido muchos los casos que han aflorado: según la Unesco, dos de cada diez alumnos lo sufren en todo el mundo, en torno a 246 millones de niños y adolescentes. En España, el Ministerio de Educación calcula que un 4% del alumnado lo soporta.

A pesar de ello, los centros educativos siguen sin estar preparados para abordar el problema. Así lo asegura Enrique Pérez-Carrillo, presidente de la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (Aepae), según el cual en los dos últimos años se ha notado una mayor concienciación social dentro de colegios e institutos, “sobre todo por los suicidios que se han dado”, y se están intentando mejorar los protocolos a través del Plan Estratégico de Convivencia Escolar marcado por el Ministerio de Educación.

“El problema es que sólo se centran en tomar medidas reactivas cuando ya se está dando el acoso, no se hace prevención. Por otra parte, los protocolos son demasiado lentos, demasiado burocráticos, y la mayor parte de las veces, cuando hay un caso muy evidente en el que la víctima ya está sufriendo secuelas, la única solución que le queda a un padre es cambiar a su hijo de colegio”, explica el portavoz de Aepae.

En opinión de Pérez-Carrillo, la situación podría mejorar con un plan nacional integral de prevención que englobe a todos los centros educativos del país, “que forme a alumnos, a profesores y a padres. También que mida la incidencia del acoso con una herramienta psicométrica precisa, no con un sociograma, y que se atienda a las víctimas y se reeduque a los acosadores. En definitiva, que se aborde el problema tanto de forma preventiva como reactiva”.

El plan con el que trabaja Aepae se ha elaborado después de 14 años de experiencia tratando de forma cercana casos de bullying, más de 3.000, según su presidente, y ya se está implementando en 50 colegios. Los centros que trabajan con él no sólo están controlando las incidencias, también están pudiendo dar apoyo a las víctimas que ya lo han sufrido para minimizar sus secuelas psicológicas: síndrome de estrés postraumático (detectado en el 53% de los acosados); distimia, un trastorno afectivo de carácter depresivo crónico; presencia de flashbacks; ideación autolítica o suicida (38%); disminución de la autoestima; ansiedad; somatizaciones, y autoimagen negativa.

Por otra parte, desde la asociación recuerdan a los centros que la ley les hace responsables de proteger a los niños de cualquier peligro que puedan sufrir dentro del recinto educativo. Si no garantizan su seguridad y no protegen a las víctimas de acoso escolar, es posible denunciarlos por omisión de su responsabilidad.

Según la Unesco, dos de cada diez alumnos sufren acoso escolar en todo el mundo. En España, el Ministerio de Educación calcula que un 4% del alumnado lo soporta.

El impacto de la televisión

Distintas fuentes aseguran que los eventos son cada vez más graves, cada vez en edades más tempranas y están alentados por la inmediatez y el anonimato de las redes sociales. Según un reciente informe de la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR), los casos reconocidos de acoso entre niños de 7 años han aumentado de un 8,7% a un 14,25%.

Este estudio, basado en las llamadas de socorro recibidas por ANAR, asegura también que en 2016 se registraron en su base de datos unos 1.200 casos reales de acoso, un 87,7% más que en 2015, de los cuales uno de cada cuatro se consideró ciberbullying. Para frenar esta lacra, muchas empresas y entidades han incluido en sus políticas de RSC iniciativas para sensibilizar a la población de la realidad del problema.

También ha crecido la repercusión en los medios de comunicación y las campañas y contenidos enfocados a la concienciación. El impacto más sonado desde el arranque de 2017 se ha colado en la parrilla televisiva a través de una serie del canal de pago Netflix: Por trece razones, adaptación de la novela juvenil del mismo nombre, creada por Jay Asher. Ésta cuenta, a través de varias cintas de casete, los motivos y las personas que han empujado a una chica de instituto, Hanna Baker, a suicidarse.

Se ha convertido en una de las series más comentadas entre los progenitores con hijos adolescentes desde que se lanzase a finales de marzo por la dureza de los casos que expone en cada capítulo. Ha generado cierta controversia después de que se haya comentado desde distintos flancos que puede incitar a los jóvenes al suicidio. “Desde el punto de vista de un espectador adolescente puede mandar, sin proponerlo, un mensaje equivocado”, asegura Ana Saro, psicóloga en Bliss Psicología, especializada en pacientes juveniles.

No obstante, desde su punto de vista, “es estupenda para que padres y responsables educativos la vean con ellos y vayan parando y comentando lo que ocurre en los diferentes episodios”. Y también como toque de atención para que la comunicación entre padres e hijos sea más fluida: “Debemos hablar más con nuestros hijos: sobre sus preferencias sexuales, sus creencias, de acoso sexual, de bullying, de alcohol, de drogas… conocer lo que piensan, lo que creen que saben y ofrecerles la información o los recursos para que sepan lo que no conocen pero deberían, o aquello sobre lo que tienen una visión poco ajustada a la realidad”, apunta.

A nivel nacional, a principios de año también se postulaba sobre el tema Proyecto Bullying, una propuesta de Mediaset emitida en Cuatro en prime time, enmarcada dentro de su campaña social Se buscan valientes. Se trata de un programa de cámara oculta que expone el testimonio de cuatro casos reales, algo que la Fiscalía de Menores de Madrid ha mirado con lupa para evitar que se destapase la identidad de los jóvenes que aparecían. De hecho, su emisión ha sido frenada hasta que se ha considerado que las imágenes dejaban de vulnerar derechos de privacidad.

La campaña de Mediaset no se ha quedado ahí: ha enviado a Perú a ocho chicos y chicas de entre 15 y 17 años, víctimas de acoso escolar que han conseguido combatir y superar esta experiencia. A lo largo de Aventura C95 Stop Bullying, como se ha denominado la expedición, sus protagonistas han grabado tanto sus aventuras en el país peruano como sus testimonios sobre cómo vivieron cada caso, cómo lo afrontaron, cómo es su vida después del acoso. Sus vídeos terminarán montándose en un documental cuyo objetivo es el de concienciar y dar herramientas a aquellos que todavía lo sufren.

El punto de vista del espectador

La mayoría de las campañas de concienciación que se han lanzado a lo largo de esta década suelen definir los perfiles tanto de víctimas como de agresores con el fin de saber detectar un proceso de bullying. Pero en todas ellas se hace especial hincapié en una figura de gran importancia a la que se debe sensibilizar de forma especial: el espectador.

“Tiene miedo, no quiere ser el siguiente, por eso se muestra sumiso. La situación hace que su empatía disminuya, que se desensibilice y se muestre insolidario, porque siempre será mejor que sufra el otro antes que yo”, explica Ana Saro. La psicóloga apunta que la mayoría terminan arrastrando un gran sentimiento de culpa que puede llegar hasta la edad adulta.

De esta manera, una posible solución al problema muy valorada entre los expertos es la de despertar a esa mayoría ‘espectadora’ que alimenta al monstruo a través del silencio. O incluso apoyando al agresor para no verse perjudicados y seguir formando parte del grupo. “Se ven en la posición de tener que asumir en muchas ocasiones situaciones que en principio no les agradan y eso hace que intenten quitar importancia a las cosas. Se les ve  nerviosos cuando se les pregunta si han visto alguna agresión, no quieren que les consideren unos chivatos y tampoco ser los siguientes, por eso responden siempre tangencialmente”, concreta la portavoz de Bliss Psicología.

Comentarios

  1. este caso es bastante grave , puede ocacionar un futuro incierto en el menor , el sistema educativo debe hacerse responsable de disiplinar al acosador y fomentar la autoestima del muchacho, para que este avanze en un futuro prometedor y exitoso.

  2. hola , yo sufri fuerte bullying cuando era menor de edad , es una situación muy fuerte , y generalmente no se sabe que hacer , si le cuentas al profesor a este no le importa mucho , si se lo cuentas a tus padres estos pueden empeorar la situación y tu quedas como un niño lloron afectando aun mas tu respeto frente los otros ni;os , yo recomiendo la autodefensa bien entrenada , te da fuerza , determinacion , autoestima y respeto por que el bully va a saber que si se mete con tigo le va a ir mal , los ni;os son crueles y no estan concientes cuanto pueden afectar el futuro de alguien cuando se meten con otro .