Demasiados padres para tan pocos hijos

El Instituto Nacional de Estadística acaba de publicar los últimos datos del índice de envejecimiento de España y volvemos a echarnos a temblar por su máximo histórico. Los resultados siguen imparables y vuelve a crecer, un año más, el número de mayores de 64 años por cada 100 menores de 16, que se encuentra ya en una proporción del 118%.

España es un país envejecido. Pero no siempre ha sido así. A finales del siglo pasado éramos un estado joven. Si tiramos de memoria histórica, hace 32 años las cifras eran muy diferentes: 46,7 mayores de 64 años por cada 100 menores de 16. Esto se produce por las clásicas dos noticias: La buena es que vivimos más años, es decir, tenemos una mayor esperanza de vida, con una media de 83,2 en 2016. La mala, que tenemos menos descendencia, tocando a 1,33 hijos por mujer, según datos del pasado año.

Esto nos lleva a un claro problema de sostenibilidad de las pensiones y del Estado de Bienestar del que disfrutamos. Según datos de Fundación Adecco para que el sistema sea sostenible necesitamos de 2,5 trabajadores por cada pensionista, y actualmente estamos por debajo de la cifra, con una proporción cotizante-pensionista de 2,1.

Esta situación plantea muchos debates, el primero, sobre el que se ha escrito y hablado mucho, es por qué las mujeres tenemos hijos más tarde, a los 32 años de media en 2016. Algunas de las razones que más peso tienen son que la edad de emanciparnos por falta de empleo ha aumentado y se ha retrasado, en general, todo el desarrollo personal; otra, que no queremos ‘frenar’ nuestra carrera profesional cuando acaba, si acaso, de comenzar; que sin planes eficientes de conciliación sociolaboral y de ayudas a la maternidad nos perdemos el crecimiento de los niños y es algo a lo que no queremos renunciar; que sin corresponsabilidad real de las tareas la de tener un hijo se presenta inabordable, o que la situación económica y la estabilidad laboral han sufrido mucho durante los años de crisis.

A estas razones más socialmente aceptadas, hay que añadir otras como que valoramos más nuestro tiempo de ocio, o, incluso, que ser madre ha dejado de ser ‘obligatorio’, cogiendo fuerza el movimiento de mujeres famosas y anónimas que defienden la decisión de no tener hijos y que se conocen ya como NoMo (no mothers).

"El mercado laboral no debe desperdiciar el potencial, conocimiento y mano de obra de los trabajadores mayores de 65"

Para que la pirámide demográfica vuelva a parecerse a la de finales del siglo pasado las empresas tienen una importante tarea de cara a garantizar planes de conciliación real, o de diversidad y no discriminación de la mujer en edad fértil. Pero también tienen otro cometido, otra responsabilidad social, que contribuirá a la sostenibilidad del país: El mercado laboral no debe desperdiciar el potencial, conocimiento y mano de obra de los trabajadores mayores de 65. No debe ni puede permitírselo.

Los trabajadores seniors, lo son no solo por la edad, también por el expertise que acumulan a consecuencia de ésta. Se trata de un colectivo con frecuencia apartado con jubilaciones anticipadas o rechazado en caso de encontrarse en búsqueda activa de empleo.

Es probable que carezcan de ciertas competencias como el manejo de idiomas o de nuevas tecnologías, pero éstas se pueden adquirir o suplir con otras como la experiencia y el conocimiento que dan los años de vida y de trabajo.

Los mayores por mayores y los jóvenes por jóvenes reducen demasiado la horquilla de trabajadores ‘aptos’ para desempeñar las tareas empresariales y por tanto para cotizar en la Seguridad Social, sin darnos cuenta de que ambos perfiles son complementarios. En una época donde la especialización es la tendencia, contar con trabajadores muy buenos ‘en lo suyo’ debería primar sobre las seguras carencias, que además tenemos todos, sin pertenecer ni a uno ni a otro colectivo.

De seguir así ni el refranero español podrá sostener aquello de vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos porque hay demasiados padres para tan pocos hijos.

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