Decisiones informadas para consumir contenidos audiovisuales

¿Puedo creer esta noticia que acabo de ver en el informativo? ¿Si veo con mis hijos esta película calificada con '+7', estoy segura de que no aparecerán escenas de violencia extrema? ¿Es publicidad esta marca que aparece en la serie que estoy viendo?
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Begoña Morales27 octubre 2017
<p>Propuesta del 'sello de confianza audiovisual'.</p>

Propuesta del 'sello de confianza audiovisual'.

Cada día muchos de nosotros nos hacemos estas preguntas u otras parecidas. En las últimas semanas hemos asistido a una feria de noticias falsas basadas en imágenes manipuladas que han circulado por los informativos sin contraste ni control. La velocidad gana la batalla de la veracidad y eso repercute en la mal información. Y en un tema tan sensible como el que estamos viviendo, esto afecta gravemente a las bases de la vida democrática.

En los programas de entretenimiento, el debate está más relacionado con la calidad de los contenidos y en la calificación adecuada de los mismos. Nos encontramos casos como el de Juego de Tronos, serie caracterizada por la violencia extrema, que se emitió recomendada para mayores de 16 años en el prime time para atraer a una audiencia más numerosa que si fuera para mayores de 18. Un contenido “+16” sienta a más familias delante de la tele que un contenido “+18” que, en general, solo ven los adultos. Y en este sector, el modelo es claro: más audiencia, más impactos publicitarios.

Con la publicidad ocurre algo similar, aunque en el sector de los anunciantes la autorregulación funciona sorprendentemente bien y la publicidad engañosa es residual. Pero los anunciantes y las agencias donde están los mejores creativos se las ingenian para inventar nuevas formas de trasladar sus mensajes y en muchas ocasiones lo integran tan bien en el contenido, que no permiten diferenciar el anuncio del programa.

En España algunos de estos aspectos están regulados por la Ley General de Comunicación Audiovisual (LGA), que es la trasposición de la Directiva de Comunicación Audiovisual Europea. La LGA obliga a los medios a calificar y programar los contenidos con determinados criterios con el fin de proteger a las audiencias vulnerables, como el público infantil. Lo curioso de esta Ley es que es el emisor del contenido el responsable de calificarlo y decidir así en qué tramo diario lo puede programar. Por otra parte, esta Ley obliga a diferenciar publicidad de contenido y marcarla visiblemente, aunque esté integrada y forme parte del mismo.

Lo curioso de la Ley General de Comunicación Audiovisual es que es el emisor del contenido el responsable de calificarlo y decidir así en qué tramo diario lo puede programar.

Pero la regulación, como en muchos otros aspectos, va por detrás del sector. Un sector que con la digitalización y aparición de nuevos actores (como los canales de televisión a demanda o las plataformas de compartición de contenidos), evoluciona de manera vertiginosa en tipos de contenidos y modelos de acceso y de negocio.

Es por ello que desde instituciones de la sociedad civil se demanda una mayor transparencia que ayude a tomar decisiones bien informadas. La semana pasada tuvimos la oportunidad de participar en un debate en el Parlamento Europeo sobre los estándares mínimos que deberían cumplir los medios de la Unión Europea para asegurar que sus audiencias estén bien informadas cuando eligen consumir un contenido de una cadena. Aunque existen diferencias culturales entre los países asistentes, Alemania, Polonia, Francia, Holanda o España, existe un consenso en la necesidad de aportar más información al usuario sobre canales y contenidos.

En este foro, iCmedia, que representa a asociaciones de audiencias en España, propuso la creación de un “sello de confianza audiovisual” que se otorgue a contenidos que respondan a criterios de “comunicación responsable”. Esto significa que, primero, son emitidos por un canal que cumple unos estándares de profesionalidad, directrices editoriales y dispone de mecanismos de control de contenidos; segundo, que están bien calificados según un estándar aceptado por el país donde se emite, y tercero, que se aporta información sobre el contenido y el motivo de su calificación.

El objetivo es sencillo: “Fomentar la transparencia y la toma de decisiones informadas”. No se trata de controlar lo que se emite ni lo que se permite ver sino de dar herramientas a las audiencias para que realicen un consumo responsable.

Se pretende incentivar a los medios para que aporten mejor información sobre los contenidos, mejorar la confianza de sus audiencias y proteger la reputación de los anunciantes, que no verán sus marcas comprometidas por estar emitidas en contenidos que generen conflicto. Un círculo virtuoso, que si se consigue beneficiará la sociedad en su conjunto.

Comentarios

  1. Felicidades y muchas gracias Begoña por este contenido tan interesante. Es un tema que se trata muy poco.