Por una sanidad sostenible

Aunque desde nuestra perspectiva de “primer mundo” el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) nº3, que trata sobre asegurar una vida saludable y promover el bienestar para todos en todas las edades, nos puede parecer principalmente dirigido a otros continentes y países, no debemos ni mucho menos de menospreciarlo a la hora de aplicarlo en nuestras latitudes.

Lograr la cobertura sanitaria universal es un objetivo fundamental para la Unión Europea, y todos los países europeos respaldan la igualdad de acceso a la atención sanitaria para todas las personas como un objetivo político importante.

Muchos factores en conjunto afectan la salud de las personas y las poblaciones. Estos incluyen el estado del medio ambiente, las oportunidades de acceso y uso de los servicios de salud, y las características y el comportamiento individual de cada individuo.

En los países avanzados nos encontramos con graves problemas de salud derivados de la obesidad, el tabaquismo, la contaminación o la exposición al ruido, por mencionar solo unas cuantas causas.

Es por todo esto que debemos tomarnos muy en serio no solo el ODS nº3 sino la propia sostenibilidad de nuestros sistemas de salud, tanto públicos como privados, y del resto de empresas que se dedican a ofrecer productos y servicios relacionados.

El sector de la salud debe ir hacia la sostenibilidad

Existen diversas tendencias que empujan al sector de la salud en general hacia un comportamiento sostenible, tal y como se señala en este artículo del Huffington Post.

Entre ellas contamos con el aumento de la presión sobre la sostenibilidad del sistema de atención médica. El coste de la atención de la salud continúa aumentando tanto para los pacientes como para los proveedores, lo cual unido al envejecimiento de la población y al aumento vertiginoso de las tasas de enfermedades no transmisibles, que gravan el sistema, le meten en un peligroso bucle.

A su vez, los impactos ambientales sobre la salud humana son cada vez más evidentes: recién estamos empezando a ver más claramente el impacto de nuestro entorno físico en la salud individual y pública. Por tanto, la sanidad debe ser un defensor de las políticas y las alianzas que recorten drásticamente la huella ambiental, no solo desde el punto de vista de meros defensores de la protección medioambiental.

La sanidad debe ser un defensor de las políticas y las alianzas que recorten drásticamente la huella ambiental, no solo desde el punto de vista de meros defensores de la protección medioambiental.

También el aumento de las reglamentaciones exige una mayor transparencia. La nueva Directiva sobre divulgación de información no financiera de la UE está obligando ya a grandes compañías de salud pública que cotizan en bolsa y algunas privadas a reportar sobre sus impactos ambientales, sociales y de gobierno y también establecer herramientas de gestión de procesos para informar externamente.

Los pacientes no se quedan a la zaga y también  exigen cadenas de suministro más sostenibles, por lo que ser una empresa diferenciada que busque de manera proactiva la integración de la sostenibilidad creará una ventaja competitiva para los pacientes y se adelantará a la regulación potencial.

Por último, estudios como el Barómetro de Confianza Edelman nos indican que la  confianza de los pacientes en la asistencia sanitaria sigue siendo baja. Asuntos como el creciente costo de la atención médica, las cuestiones éticas en la transparencia de los ensayos clínicos y algunos escándalos recientes han ayudado a impulsar esta percepción.

Por tanto, las empresas de atención médica que inviertan auténticamente en la sostenibilidad, se expresen de manera efectiva y lo comuniquen eficazmente, tendrán una ventaja al poder mostrar su propósito ante una audiencia cada vez más informada y escéptica.

¿Hay diferencias entre sanidad pública y privada?

Si bien las reflexiones sobre los sistemas de salud han sido y en gran medida seguirán centrándose en los costes operacionales de los sistemas de salud, cada vez se incorporan más elementos a la discusión debido a la necesidad de comprender mejor qué aspectos son los más importantes para garantizar la sostenibilidad de los sistemas de salud, en el sentido de que estos se puedan mantener con las características generales europeas: asistencia sanitaria disponible para todos y con acceso equitativo.

Así lo indica el informe Private Hospitals in Europe: Supporting Sustainable Health Systems de la European Union of Private Hospitals.

En Europa nos encontramos con un horizonte en el que la población es cada vez más vieja y con una mayor esperanza de vida, existiendo más jubilados por más tiempo mientras que habrá menos contribuyentes.

En Europa nos encontramos con un horizonte en el que la población es cada vez más vieja y con una mayor esperanza de vida, existiendo más jubilados por más tiempo mientras que habrá menos contribuyentes detrás debido a la baja fertilidad desde mediados de la década de 1960.

Al mismo tiempo, se están introduciendo nuevas prácticas médicas (innovadoras y también costosas), productos farmacéuticos y dispositivos médicos, ejerciendo una presión adicional constante sobre un sector de la salud que está acostumbrado a disfrutar de fondos cada vez mayores.

Si Europa quiere evitar tener que desmantelar los sistemas de salud universales y los principios de igualdad en el acceso, será necesario alejarse del enfoque puro en los costes y comenzar a centrarse más en los aspectos de valor de la salud como guía para realizar inversiones y gastos de una manera sostenible.

Por tanto, si bien el enfoque hasta ahora ha estado en el lado de los costes, que es fácil de medir y fácil de comprender, el enfoque también debe incluir en el futuro lo que obtenemos por el dinero, en otras palabras, los resultados cualitativos.

Según el informe, si miramos la literatura sobre los sistemas de salud en Europa publicada en los últimos años, es sorprendente lo poco que se ha hecho para analizar los efectos de la propiedad pública o privada de los hospitales.

La mayoría de los estudios no se ocupan de esa distinción y, por lo tanto, es muy difícil encontrar pruebas sobre las diferencias que la propiedad hace o deja de hacer, en términos de calidad, eficiencia y responsabilidad en los ámbitos social y ambiental, por ejemplo.

Por lo tanto, es probable que no importe realmente si la propiedad es pública o privada, sino otras circunstancias relacionadas con grupos hospitalarios u hospitales individuales.

Es dentro de esas “circunstancias individuales” donde deben salir a relucir las mejores prácticas socialmente responsables, no solo como meras mejoras para esos centros concretos sino para demostrar esas prácticas a los demás y, de ese modo, contribuir a mejorar todo el sistema de salud no solo a nivel de cada país, sino cada vez más a nivel paneuropeo.

Si bien el enfoque hasta ahora ha estado en el lado de los costes, que es fácil de medir y fácil de comprender, el enfoque también debe incluir en el futuro lo que obtenemos por el dinero.

Las prácticas responsables

Este artículo de Greenbiz menciona diversos aspectos a tener en cuenta a la hora de realizar prácticas responsables en el sector sanitario, y también nos ofrece ejemplos de hospitales que las han llevado a cabo con éxito.

Los aspectos a tratar son similares en general a los observados en otros sectores, pero también existen diferencias concretas.

Los hospitales deben ir más allá de la noción de tratar simplemente las enfermedades, y realizar una verdadera promoción de la prevención y el bienestar. Por ejemplo, debido al gran número de enfermedades crónicas relacionadas con la dieta, los hospitales también están implementando cada vez más políticas alimentarias sostenibles.

La reducción de costes a través de la extensión de vida de los equipos, la mejora de la eficiencia, la prevención en la producción de toxinas y desechos, o el uso de menos energía y agua, también tiene una gran importancia.

Los trabajadores comprometidos en lo que hacen sin duda proporcionarán una mejor atención que resultará en pacientes más satisfechos, mientras que el compromiso de la dirección y la existencia de una misión y una ética claramente implantadas son claves para ayudar a dar forma a la cultura de una organización, y guiar su toma de decisiones, comportamiento e integridad.

Otras actividades como la formación a los empleados, la promoción de la innovación y la investigación dentro de los centros, o la correcta información a los pacientes y sus familiares contribuyen a la responsabilidad social de los centros.

Todas estos aspectos y otros muchos que se quedan en el tintero sin duda redundan en una experiencia de calidad para el paciente que va más allá de la excelencia clínica.

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