5 herramientas para medir el impacto social de las empresas

La máxima del “lo que no se mide no existe o no se puede mejorar” es especialmente importante e interesante a la hora de tratar sobre la medición de los impactos de las empresas en su entorno.

Más allá de la discusión de si la frase es más o menos cierta o aplicable, una cosa está clara y es la dificultad que en muchas ocasiones tienen las organizaciones para cuantificar, valorar y sacar conclusiones de sus acciones y actividades relacionadas con la responsabilidad social corporativa y sus esfuerzos por contribuir positivamente a la sociedad.

Para valorar esos impactos existen diversas herramientas, que el Clúster de Impacto Social de Forética ha incluido en la guía Midiendo el valor del Impacto Social Empresarial. Guía de herramientas de medición y valoración del Impacto Social Empresarial publicada recientemente.

La medición de ese impacto social servirá a las empresas para rendir cuentas de su desempeño social, poner en valor externamente su contribución a la sociedad, mejorar la toma de decisiones estratégicas y la gestión de expectativas y resultados, y generar una mayor credibilidad en grupos de interés tales como clientes, proveedores, inversores o administraciones públicas.

El impacto social ya ha entrado en la agenda empresarial

Mientras que en el campo ambiental ya existen estrategias de medición más estandarizadas y consolidadas, en el campo social no hay un consenso ni tampoco un marco de referencia único, aún existiendo metodologías con más de 20 años de existencia.

Todas estas metodologías tienen enfoques, alcances y procesos particulares que hacen que necesiten ser adaptadas a cada empresa en concreto y a la vez ello hace difícil que puedan usarse para establecer comparaciones de resultados y por tanto que sean adoptadas como estándares.

Además algunas organizaciones más preocupadas por estos temas han desarrollado sus propias herramientas de medición desarrollando las ya existentes.

Sea como fuere, se puede decir que el impacto social ha entrado ya en la agenda empresarial.

Por ejemplo, el mundo inversor está integrando con mucho interés estas métricas de impacto en sus modelos de negocio y en la valoración de oportunidades de inversión.

Destaca en este ámbito, el rápido crecimiento de la inversión de impacto, que incluye dentro de sus expectativas de retorno, además del financiero, variables de impacto ambiental y social.

El mundo inversor está integrando con mucho interés estas métricas de impacto en sus modelos de negocio y en la valoración de oportunidades de inversión.

Ese impacto social también está siendo integrado en la contratación pública y en la concesión y financiación de grandes proyectos de inversión.

La administración pública trata así de tener una mayor trazabilidad sobre sus proyectos, promover el valor social de los mismos y contribuir a la mejora de los impactos.

Las empresas sujetas a este tipo de operaciones son las que, de momento, están liderando los esfuerzos por desarrollar modelos de medición y métricas cada vez más evolucionadas.

También las propias comunidades consideran son las interesadas en que las empresas avancen modelos de medición que les permitan conocer y comprender cuáles están siendo los impactos de la actividad en el entorno, ya que de esta manera pueden controlar el proceso, legitimar sus actuaciones y contribuir a la mejora del mismo.

Retos y oportunidades de la medición de impacto social

Como ya se ha podido entrever, las metodologías de medición de impacto social se encuentran aún en una fase de madurez incipiente, incluso en aquellas organizaciones con mayor exposición a los agentes de cambio ya mencionados.

Como no puede ser de otra manera, medir el impacto social se enfrenta a retos, pero también genera nuevas oportunidades.

Entre los retos principales se encuentran, consecuencias de su novedad, por ejemplo, la ausencia de un modelo de medición considerado como estándar y que a la vez sea sencillo, la falta de objetivos de dirección en el ámbito de la medición, o la falta de conocimiento en las organizaciones para su implementación.

También otros retos ya existentes en otras áreas de la gestión empresarial como la falta de tiempo y recursos a dedicar al proceso de medición, o la dificultad de obtención y análisis de los datos e indicadores materiales.

Por el contrario, como oportunidades, la medición de impacto puede deparar mejoras en la reputación y reconocimiento externo y en la gestión interna, la generación de nuevas oportunidades de negocio, la generación de una cultura común y un propósito compartido, o la contribución a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Herramientas específicas para casuísticas concretas

La guía de Forética presenta cinco herramientas distintas para la medición de impacto social, en base a para qué se quiere usar concretamente y a qué grupo de interés se va a dirigir el resultado de la medición.

También se ha añadido el SDG Compass, que si bien no es una herramienta de medición y valoración del impacto social, si tiene relevancia a la hora de valorar la contribución y el impacto de las organizaciones en la consecución de los ODS.

El Social and Human Capital Protocol es un marco metodológico elaborado por el World Business Council for Sustainable Development (WBCSD) y surge para dar respuesta a la necesidad de intentar crear un marco homogéneo para la medición y valoración de impacto social empresarial.

Su metodología está compuesta por cuatro etapas diferenciadas (objeto, alcance, medición y valoración y aplicación de resultados). Es un marco muy completo,  aplicable a diferentes sectores e industrias, y puede usarse conjuntamente con otros modelos de medición del impacto social.

La segunda herramienta internacional propuesta, el LBG Framework, es un modelo para la medición, gestión y comunicación de iniciativas y proyectos de inversión estratégica en la comunidad o acción social basado en un marco input (recursos puestos por la empresa) y output (resultados obtenidos a través de los inputs).

Es también un marco útil para la medición, gestión y comunicación de proyectos de organizaciones del tercer sector, y es reconocido por el Dow Jones Sustainability Indices (DJSI) como mejor práctica para informar de la contribución a la acción social.

La Fundación Rockefeller, Acumen Fund y B Lab fueron quienes idearon el marco Impact Reporting & Investment Standards (IRIS), caracterizado por ser un catálogo de indicadores del desempeño (metrics) de referencia que sirven de guía y ayuda a los inversores de impacto para conocer el impacto social, ambiental y financiero de una organización.

Su uso forma parte tan solo de una fase del proceso de medición del impacto social, la cual comprende la identificación de métricas o indicadores clave de medición. Cada uno de los indicadores del desempeño son seleccionados por cada organización en función de sus objetivos de medición.

Por su parte, el Social Return on Investment (SROI), está basado en un indicador puramente económico muy utilizado en el entorno empresarial llamado Return on Investment (ROI) al que se le incluye el concepto de valor social (SROI), y se encuentra de dos tipos: el SROI de pronóstico y el de evaluación.

Ofrece un enfoque cuantitativo para entender y gestionar los impactos de una organización, proyecto o iniciativa, asignando un valor económico a cada uno de los impactos sociales identificados.

SROI hace referencia al valor social percibido (no tanto al valor económico), el cual conlleva experiencias, información cualitativa, información cuantitativa e información financiera sobre los cambios acontecidos a raíz de los resultados de una organización, proyecto o iniciativa, gracias a los cuales se pueden apoyar decisiones estratégicas.

Por último, el Socio-Economic Assessment Toolbox (SEAT) fue desarrollado en 2003 por la empresa Anglo American, y es un modelo de evaluación de impactos aplicable a todas las etapas de desarrollo de una mina.

La herramienta está diseñada para identificar y gestionar los impactos sociales y ambientales desde la exploración hasta el cierre de la operación, reflejando la complejidad de gestionar tales impactos en operaciones extractivas de gran envergadura en el ámbito local.

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