Dime quién es el CEO y te diré cómo es la reputación de la empresa

En la actualidad, es un hecho indiscutible que la reputación del CEO de una organización es importante para el éxito y es, además, uno de sus activos más valiosos y competitivos.

Según un informe de Weber Shandwich, se estima que casi la mitad de la reputación de una compañía está relacionada directamente con la reputación de su director ejecutivo, justo por detrás de la calidad de los productos/servicios de la empresa, su desempeño económico y el sector de la empresa.

Un vínculo entre el CEO y la reputación corporativa, que se espera que no solo no va a desaparecer sino que será todavía más importante en los próximos años.

El papel de los altos directivos es cada vez más complejo. Solo liderar a los compañeros de trabajo y organización de la compañía ya no es suficiente.

El directivo debe participar personalmente en el liderazgo externo, generando una reputación con todos los grupos de interés de la compañía.

Esto cambia la especificación de los requisitos clásicos de un directivo y le añade un liderazgo comunicativo.

Ventajas de tener un CEO con buena reputación en la empresa

La reputación de una organización es uno de sus mayores activos, pero también uno de los mayores riesgos empresariales. Esa reputación exige una inversión tan estructurada como todos los demás activos para que rinda beneficios claros.

El primer beneficio que genera una buena gestión de la reputación del CEO es que ayuda a establecer su posición de experto en la industria, lo cual contribuye al objetivo de conseguir clientes.

Un buen líder empresarial debe intentar convertirse en líder de pensamiento dentro de su nicho y aumentar su credibilidad ante los clientes potenciales.

Así mismo, la buena gestión de reputación del CEO ayuda a influir en las decisiones de compra.

Un CEO reputado es aquel que se muestra proactivo, que comparte sus ideas y se involucra con sus seguidores, y que está abierto a un debate no solo sobre la industria, sino también sobre la marca, el producto o el servicio que comercializa.

Un CEO reputado es aquel que se muestra proactivo, que comparte sus ideas y se involucra con sus seguidores, y que está abierto al debate sobre la marca.

Esa transparencia y atención son un beneficio para los clientes en su valor nominal, lo que demuestra que el CEO asume toda la responsabilidad y está dispuesto a discutir cualquier tema, incluyendo sus servicios o productos y las preguntas relacionadas.

Una buena gestión de reputación de CEO ayuda a influir positivamente en la reputación de la marca de la empresa.

Es por eso que la actitud y la reputación de un CEO deben establecer estándares para la empresa, los empleados, la comunicación y el enfoque hacia los clientes.

Si el CEO responde a sus clientes que buscan asistencia a través de sus canales sociales, el cliente también esperará que el departamento de servicio al cliente sea igual de resolutivo.

Cuando ocurre una situación de crisis en la empresa, la buena gestión de la reputación del CEO ayuda a esta salir hacia delante.

No hay empresa ni individuo a salvo de malas relaciones públicas, crisis en las redes sociales, los rumores o noticias directamente falsas. Cuando cualquier situación de estas ocurre, más allá de la necesaria gestión de comunicación y de crisis genérica de la empresa, el CEO es el relaciones públicas más eficaz para la resolución del problema, a través de una actuación transparente, honesta y con una fuerte presencia en las redes sociales.

No es lo mismo que otros hablen del directivo, que este se convierta en la fuente más precisa de noticias y publicidad tanto sobre la empresa como sobre su persona.

Por último, una buena gestión reputacional del directivo atrae a los accionistas, ya que esta puede considerarse un activo valioso para ellos.

Y, como es obvio, una mala reputación del directivo se traducirá en problemas en todos y cada uno de estos ámbitos.

En el siguiente enlace se pueden consultar diversos casos en los que varias empresas se han visto perjudicadas por las acciones de sus directivos, relacionadas muchas de ellas con escándalos y abusos sexuales.

Cuando hay crisis reputacionales en las empresas, más allá de la necesaria gestión de comunicación, el CEO es el relaciones públicas más eficaz para la resolución del problema.

¿Cómo puede un CEO generar reputación positiva?

Diferentes atributos son los responsables de generar una buena reputación para los directivos de organizaciones de todo tipo.

Entre estos atributos podemos contar:

  • Tener una visión clara de la empresa.
  • Inspirar y motivar a los demás.
  • Tener una actitud honesta y ética.
  • Ser un buen comunicador tanto interno como externo.
  • Preocuparse porque la empresa sea un buen lugar para trabajar.
  • Tener una perspectiva de negocios global.
  • Ser una persona decisiva y centrada en el cliente.

Para lograr los atributos anteriores, el CEO debe ser un “CEO social”, tal y como se ha comentado antes.

Ello significa que deberá poder relacionarse con los grupos de interés a través de redes y herramientas sociales, generando una imagen de directivo líder, moderno, capaz de reaccionar rápido y que a la vez ayuda a reforzar la comunicación de la propia organización.

También debe tener en cuenta que generar una buena imagen como directivo no es simplemente tratar de conseguir ser un nombre familiar que le suene a la gente, ni tampoco debe de conseguirse a cualquier precio.

La humildad es una de los valores que los directivos reputados deben tener siempre en mente a la hora de gestionar no solo su vida profesional, sino que me atrevería a decir que también deberían hacerlo con su vida personal, ya que un problema o escándalo personal puede acabar “salpicando” a su gestión profesional, debido a que puede ser difícil para el público en general diferenciar una faceta de la otra.

También, y relacionado con la parte del “CEO social”, un CEO reputado deberá crear una estrategia de relaciones públicas, construir y monitorizar su marca ejecutiva, y comprender la importancia de ser auténtico, transparente y receptivo.

Debe ser quien genere la información que quiere que la gente vea de él y quien la comunique a través de los medios más adecuados para ello, estableciendo medidas para protegerse y proteger a la organización contra el futuro, e incluso de sus errores pasados.

El CEO deberá poder relacionarse con los grupos de interés a través de redes y herramientas sociales, generando una imagen de directivo líder, moderno, capaz de reaccionar rápido.

Una visita a la página web de los CEO más reputados de 2018 del Reputation Institute nos devuelve una lista de directivos que en gran medida cumplen los atributos que hemos mencionado: Giorgio Armani, de Giorgio Armani; Keith Barr, de InterContinental Hotels Group; Fabrizio Freda, de The Esteé Lauder; Ralph Hamers, de ING; Bernard Hess, de The Kraft Heinz Company; Tatsumi Kimishima, de Nintendo, Denise Morrison, de Campbell Soup Company; Sundar Pichai, de Google; Dirk Van de Put, de Mondelez International, y Jeff Weiner, de LinkedIn.

Dejar de lado el ego en la gestión profesional

Aunque no suele ser lo más abundante en la realidad, ni mucho menos, si alguien nos pregunta sobre qué CEO famosos nos vienen a la cabeza, probablemente muchos de nosotros mencionaríamos algunos directivos que, sin poner en duda su valía profesional, tienen o tenían una proyección bastante acusada de su personalidad en todo aquello que hacen tanto dentro como fuera de su empresa.

Es decir, directivos con un ego bastante grande que gestionan su empresa como una extensión de su ego personal, algo que está en contraposición a la humildad que hemos comentado antes.

Un par de ejemplos de este tipo podrían ser los del desaparecido Steve Jobs, CEO de Apple, y el caso, tan en boga actualmente, de Elon Musk, presidente de Tesla (entre otras empresas).

Construir la reputación del CEO no se trata de mejorar los egos o las celebridades, por lo que mezclar el ego del directivo con la gestión empresarial puede ser una fuente de potenciales problemas.

Tal y como expone Sandra Sotillo en su interesante estudio La reputación del directivo: un valor imprescindible, la reputación del directivo se puede gestionar desde dos perspectivas diferenciadas.: La primera (y adecuada) perspectiva requiere que el CEO ponga su reputación como directivo al servicio de la compañía y oriente sus capacidades a la generación de valor. La segunda perspectiva pone a la organización al servicio del ego y la relevancia del líder, y es propia de liderazgos personalistas centrados en el bien individual.

Este segundo enfoque es una “disfunción”, tanto de la gestión reputacional como del ejercicio del liderazgo, pero lo cierto es que hay CEO que se convierten en los únicos protagonistas de las empresas, ya sea para poner en valor su legado, para convertir su posición actual en lanzadera para la próxima, etc..

Comentarios