El desafío de eliminar barreras para la inclusión laboral. El caso argentino

El 75% de las personas con discapacidad en Argentina está sin empleo. Distintos sectores trabajan para cambiar esta realidad a través de la concienciación y programas que apuestan por la diversidad.

En los últimos años, fue creciendo el interés de las empresas por generar organizaciones más diversas. Por este motivo, se profundizaron las políticas de inclusión laboral de personas con discapacidad. Sin embargo, aún se está muy lejos de alcanzar los niveles de contratación y promoción de empleo deseables, porque el 75% de las personas con discapacidad está sin empleo en Argentina.

“El principal obstáculo al que se enfrentan las personas con discapacidad sigue siendo el marco cultural, es decir, el paradigma instalado socialmente sobre sus posibilidades y siguen padeciendo de políticas más asociadas a lo asistencialista que a lo transformador. Si los líderes de las empresas no ven el poder transformador que tiene para una organización el crear una verdadera cultura de la diversidad y el talento humano, es muy complejo que las oportunidades aparezcan”, afirma Javier Lioy, director de La Usina, una asociación civil comprometida con concienciar a la comunidad sobre la visibilidad de las personas con discapacidad, y RedActivos, una empresa social.

En el caso de La Usina, el principal desafío tiene que ver con sostener el trabajo que se viene haciendo desde hace más de 17 años con una coyuntura de país extremadamente compleja. “En un escenario en el que no se generan puestos de trabajo, y el en que el sector empresarial y productivo está enfocado en sostener ecuaciones económicas, se atenta contra uno de nuestros principales objetos que es el de generar inclusión laboral de trabajadores con discapacidad”, explica Lioy.

“Con modelos como el de RedActivos donde se comercializan productos y servicios confeccionados por trabajadores con discapacidad, el desafío se multiplica, porque baja la demanda en líneas generales y además la competencia se hace descarnada. Es muy difícil sostener los criterios que muchas empresas proponen para comprar nuestros productos”, continúa relatando.

En el mismo sentido, Vanesa Ferraro, directora del programa Empleo con Apoyo de Fundación Discar cree que el temor a lo desconocido sigue siendo el mayor obstáculo. Explica: “el imaginario social que aún existe en relación a las personas con discapacidad sigue siendo la principal barrera. Nuestra misión es trabajar con eso, con las fantasías, las creencias, derribar los mitos para que se abran más puertas”.

En Discar apuestan por la inclusión social y laboral. Piensan a la persona como sujeto de derecho y orientan sus acciones a cumplir ese propósito: conseguir más puestos de trabajo y seguir formando a las personas con discapacidad, a los profesionales de las organizaciones y a los empresarios.

“Si bien hoy la diversidad es un tema de agenda para muchas empresas, cuesta aún pensar en el colectivo de personas con discapacidad y más aún si se trata de la intelectual. Cuando hay algo que no se ve o algo de lo que no se sabe, eso se vuelve un obstáculo. Aún hay mucho por hacer”, enfatiza Ferraro.

“Si bien hoy la diversidad es un tema de agenda para muchas empresas, cuesta aún pensar en el colectivo de personas con discapacidad y más aún si se trata de la intelectual”. Vanesa Ferraro

La referente de Discar piensa que la clave está en pensar a la persona como un recurso humano más, creer y confiar en ella. Explica: “La secuencia de pensamientos sería: la persona ocupa una posición por sus competencias; identifico su potencial, y visualizo su futuro como empleado. Me pregunto qué puedo ofrecerle, qué puedo darle yo como empleador, para que desarrolle al máximo ese potencial que considero necesario para que llegue a ese lugar donde lo visualizo. De ahí, paso a la ejecución: le ofrezco capacitación; le doy tareas de mayor complejidad; le asigno más responsabilidades; le hago saber que su trabajo vale y que puede dar más”.

“Es importante reconocer en el otro su capacidad, hacerle saber que está cumpliendo bien su función, que está haciendo bien su trabajo, y creyendo que puede hacer más y dando la oportunidad para que lo haga, solo de esa manera, se empodera a cualquier persona en cualquier lugar”, subraya Ferraro.

Según esta, la discriminación positiva es una trampa en la que, tarde o temprano, cae todo entorno laboral: “Es difícil que la balanza no se incline para el lado de las contemplaciones, la mayoría de las veces esto está vinculado al miedo a lastimar a la persona. Ahí nosotros intentamos orientar para equilibrar la balanza hacia la equidad. Trabajamos con los entornos para que entiendan la igualdad como igualdad de derechos y obligaciones”.

Otra cuestión a tener en cuenta para favorecer la inclusión laboral son las barreras arquitectónicas, las cuales impiden el acceso de una persona con movilidad reducida o con discapacidad motriz. “Es importante mejorar las políticas públicas en este sentido para garantizar la accesibilidad. La gran mayoría de las empresas, por cuestiones económicas, no se encuentran predispuestas a realizar las obras de adecuación necesarias para garantizar el acceso a sus espacios, pero cabe destacar que hay una minoría de empresas que sí están buscando una verdadera inclusión social”, cuenta María Josefina Macias, coordinadora de Acceso Ya.

Desde la organización, trabajan con una campaña, que se llama Ponete en mi lugar, donde realizan encuentros mensuales en diferentes puntos de la Ciudad de Buenos Aires. Allí, facilitan sillas de ruedas para que la gente pueda  experimentar en primera persona las barreras con las que una persona con movilidad reducida se enfrenta cada día, buscando avanzar con la conciencia social.

Trabajo de concienciación

Daniel Marcuzzi, líder del área de People with Disabilities en Diversidad e Inclusión de IBM Argentina comenta que este año comenzaron con dos grandes desafíos. Se trata de dos proyectos que están desarrollando con voluntarios de IBM y algunos referentes del mercado local: una iniciativa de inclusión de personas dentro del Espectro Autista y otra sobre difusión de la cultura sorda y de lengua de señas argentinas (LSA), ambos con proyección regional, es decir, nacen en Argentina pero luego se expanden al resto de la región de América Latina.

"El éxito y también el fracaso de la inclusión depende de cuán bien se realice la tarea de informar y formar a quien deba gerenciar o guiar el trabajo de una persona con discapacidad”. Daniel Marcuzzi

«Es muy importante profundizar en el trabajo y el tiempo dedicado a tareas de concientización a nivel empresa, sobre todo en quienes tienen roles de líderes o gerentes que tendrán a su cargo personas con alguna discapacidad. «El éxito y también el fracaso de la inclusión depende de cuán bien se realice la tarea de informar y formar a quien deba gerenciar o guiar el trabajo de una persona con discapacidad. Desde IBM apoyamos a otras empresas del país que quieren crear sus propios programas, reforzar o mejorar. Nuestra experiencia y los muchos años de trabajo en estas áreas nos permiten acompañarlos y oficiar como consultores», destaca Marcuzzi.

Las empresas privadas como IBM no están obligados por ley a tener un cupo contratado de personas con discapacidad en Argentina. La selección de las personas para aplicar a un puesto vacante está basada en su formación académica y sus habilidades. «En Argentina, uno de nuestros especialistas expertos en sistemas es una persona con sordera total, que lleva incluido en una unidad de negocio desde hace aproximadamente 30 años», cuenta el referente de IBM.

Desde 2011, Securitas cuenta con un programa de seguridad inclusiva. En ese entonces comenzaron con tres guardias. Actualmente ya son 27 las personas que fueron contratadas a partir de este programa y están trabajando con distintos clientes de la firma como: Cencosud, AA200, Banco Galicia, Banco Francés y en las propias oficinas de Buenos Aires.

Los guardias con discapacidad motriz reciben el mismo entrenamiento y cumplen con las mismas exigencias que el resto de los compañeros. El programa se creó en Colombia, y Argentina fue el segundo país en Iberoamérica en llevar adelante esta propuesta. “Un primer desafío a superar fue que el marco regulatorio en el país indicaba que el apto físico de las personas que prestaran  servicios de seguridad tenían que ser del cien por ciento”, explica Patricia Sclocco, directora de Comunicación, Asuntos Públicos y Responsabilidad Social Corporativa de Securitas.

“Primero trabajamos con el sector público: presentamos el caso, mostramos la viabilidad del proyecto y pedimos que nos permitieran hacer la excepción al marco regulatorio. Tuvimos una muy buena respuesta del Estado. Por ejemplo los Aeropuertos Argentina 2000 fueron los primeros en Latinoamérica en los que trabajan personas con discapacidad”, continúa explicando Sclocco.

En octubre de 2016, Dow Argentina inauguró una cafetería, dentro de sus oficinas en Buenos Aires, atendida por personas hipoacusicas, que forman parte de la organización social En Buenas Manos. Café Dow es la primera iniciativa con estas características en América Latina. La empresa se encargó de acondicionar el espacio y durante meses capacitó a los empleados para que aprendieran lenguaje de señas y pudieran pedir un café de ese modo.

Anteriormente a este proyecto, ya se había trabajado con la organización social. Dow quería dar nuevos beneficios a sus empleados y se propuso que chicos no videntes de la fundación dieran masajes. De ese modo, se les dio trabajo.

En Buenas Manos brinda servicios a empresas realizados por personas con discapacidad desde 2011. Día a día muestran ejemplos concretos donde las personas con discapacidad trabajan y agregan valor cuando se insertan en el mercado laboral de manera igualitaria. Son un equipo de más de 80 personas, que actualmente llega a 130 empresas y busca continuamente nuevas formas de trabajar por una sociedad más inclusiva.

 

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