“Falta voluntad de luchar a fondo contra el racismo y la violencia en el deporte”

Esteban Ibarra, presidente de la ONG Movimiento Contra la Intolerancia, lleva décadas luchando contra el racismo en el deporte español. Una tarea nada sencilla y que en algunas ocasiones no cuenta con la ayuda necesaria, como señala en la entrevista con ‘Revista Haz’.
<p>Foto: UEFA</p>

Foto: UEFA

En noviembre de 2005, Esteban Ibarra, presidente de la ONG Movimiento Contra la Intolerancia, presentaba el Informe Raxen contra el racismo y violencia en el fútbol que, en palabras de su autor, pretendía “poner encima de la mesa un problema que crece y que no se detiene, que es violencia, pero también racismo en el fútbol”.

Casi quince años después, este “problema” no ha desaparecido; sí de la mayoría de las disciplinas deportivas, pero no del fútbol. En la temporada 2016/ 2017, la Comisión Estatal contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte abrió 1.076 expedientes sancionadores, 13 de ellos por xenofobia y racismo. “Es una realidad enquistada en los clubes de máxima categoría que han generado una subcultura ultra que vive de una aceptación social de las hinchadas”, señala Ibarra.

Una violencia latente también ahora en las redes sociales. Según el estudio realizado por la Cadena SER en el marco de la campaña #SinRespetoNoHayJuego, un 19,6% de los comentarios durante los encuentros de fútbol son violentos. Ibarra explica que «el primer paso para solucionar este problema es reconocer su existencia» y considera que se ha ido «agravando con la indolencia de las autoridades y la connivencia de muchos clubes. El estado no puede ponerse de perfil con este problema».

 ¿Cómo valoraría el estado del deporte español respecto a los comportamientos racistas y xenófobos?

Con un cierto sabor agridulce. Tenemos una Ley contra el racismo, la intolerancia y la violencia en el deporte, pero se aplica parcialmente en el ámbito estatal. No sabemos cuántas sanciones se hacen efectivas, no tenemos una información objetiva por no funcionar el Observatorio de la Violencia, el Racismo y la Intolerancia en el Deporte, no hay una política estratégica y todo está en manos de las organizaciones de los clubes.

Pese a todo, reconocemos la preocupación de LaLiga, la Real Federación Española de Fútbol y algunos clubes, pero nos preocupan mucho las categorías inferiores con grave descontrol.

¿Por qué señala que no funciona el Observatorio?

El Observatorio lleva ocho años sin reunirse. Lo aparcaron. Les molestó su actividad. Y el caso es que fue muy activo en la elaboración de la ley y el reglamento. Se creó cuando Jaime Lisavestky era secretario de Estado para el Deporte y fue una propuesta mía que le realicé cundo vino de unas competiciones internacionales.

En la Ley, un mandato del art.16.1.c dice: “El desarrollo del Observatorio de la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, adscrito al Consejo Superior de Deportes, con funciones de estudio, análisis, propuesta y seguimiento en materia de prevención de la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte”. Y no se cumple.

<p>Esteban Ibarra, presidente de la ONG Movimiento Contra la Intolerancia.</p>

Esteban Ibarra, presidente de la ONG Movimiento Contra la Intolerancia.

¿Y de quién es la responsabilidad?

El Consejo es la autoridad política en el deporte y debe de velar porque se cumplan objetivos que, como en el ámbito de aplicación de esta Ley, determinado por las competiciones deportivas oficiales estatales o aquellas otras organizadas o autorizadas por las federaciones deportivas españolas, deben alcanzar a todos los ámbitos y categorías.

Se trata de evitar conductas violentas o que inciten a ella en el deporte, la exhibición o la entonación de cánticos que promuevan la violencia, la irrupción no autorizada en los terrenos de juego, las declaraciones agresivas, los actos racistas, xenófobos o intolerantes en el deporte. Sin embargo, tiene una nota baja en los exámenes de final de curso. Avanza muy poco.

El fútbol es el foco más importante de esos comportamientos. Pero ¿tienen detectado este tipo de comportamientos en otras disciplinas deportivas?

Significativamente muchísimo menos. Ni si quiera en fútbol sala o baloncesto que llevan mucha gente. El anonimato de la grada ultra del fútbol, su concepto agresivo de animación ultra, sus salidas posteriores de los estadios, sus llegadas, sus enfrentamientos interultras… En fin, es algo incomparable. La Ley contra el racismo, la intolerancia y la violencia se realizó prácticamente hacia el escenario ultra del fútbol.

¿Por qué cree que al fútbol le cuesta derrotar esta lacra? ¿Cree que hacen suficiente los clubes para erradicarlo?

Es una realidad enquistada en los clubes de máxima categoría que han generado una subcultura ultra que vive de una aceptación social de las hinchadas. Nosotros decimos: «Hinchas sí; ultras, no, gracias». La diferencia estriba en el respeto al principio de legalidad democrática y los clubes han tapado y banalizado la existencia de estos grupos que han nutrido de fanatismo extremista nuestras ciudades. No todos, claro está, pero solo hay que conocer a los más importantes por su agresividad y violencia.

Muchos grupos ultras se han blanqueado con gradas jóvenes y han pactado no ‘liarla’ dentro del estadio, pero ahí está la reserva de la grada, los apoyos a viajes o el reconocimiento de directivas y jugadores en detrimento de los verdaderos aficionados.

Y fuera del estadio empieza otra realidad en las calles. Los clubs de fútbol tienen una enorme deuda con la sociedad, empezando por las familias de quienes perdieron su vida.

También es cuestión de la Federación y LaLiga. ¿Cuál es su valoración respecto a estos organismos en este trabajo?

Me parece bien que intervengan. Lo que no me parece bien es que intervengan con exclusividad. Esto debería ser en el marco de lo definido por la legislación y la inexistencia del Observatorio del racismo, la violencia y la intolerancia en el deporte, que hay que adjudicársela a los gobiernos tanto del PP como del PSOE. No sé por qué incomoda tanto que realicemos seguimiento y que diseñemos colectivamente la política preventiva de conductas de odio que se deben evitar.

¿Le sorprende que LaLiga abriera hace tiempo procesos para denunciar y castigar estos comportamientos, pero, sin embargo, se quedan todos en el camino?

No sé cómo lo habrán realizado, pero la realidad se demuestra andando. Hay que denunciar y personarse como acusación popular en aquellos casos que tengan dimensión punitiva penal, y solo conozco alguna publicidad, pero no resultados al respecto. Movimiento contra la intolerancia sí se persona, pero eso nos comporta amenazas y problemas. Pero aun así lo hacemos. Ellos tienen infinitos medios económicos, mediáticos, políticos y sociales. Y este problema lo tenían que haber solucionado. Cada día que pasa la deuda cívica con la sociedad aumenta.

La educación en valores para la tolerancia, deportivos y en derechos humanos, es fundamental. Pero también la sensibilización social e institucional, el conocimiento de la ley y su aplicación para evidenciar los límites.

¿Al final es una cuestión de educación?

La educación en valores para la tolerancia, en valores deportivos y en derechos humanos, es necesaria; fundamental. Pero también la sensibilización social e institucional, el conocimiento de la ley y su aplicación para evidenciar los límites. Las sanciones adecuadas también son necesarias y no sabemos cómo se concretan. Y el cumplimiento riguroso de todas las medidas previstas por la legislación que no se está llevando a la práctica.

Por otro lado, llama la atención que ninguna empresa tenga una campaña activa en relación al racismo en el deporte, ¿por qué?

Creo que hay poca conciencia al respecto y que todo se deja en manos de las organizaciones del fútbol. Se puede, empleando términos futbolistas, achicar el espacio a los violentos, deslegitimando sus conductas desde edades infantiles, trabajando la sensibilización deportiva ética y humanista solidaria en la escuela. Nosotros, dado que tampoco nos facilitan otra vía, hemos elegido esa y lo hacemos en cientos de centros educativos con miles de niños y niñas.

Todavía queda mucho por hacer, pero ¿cree que hemos mejorado respecto al pasado?

Hemos mejorado respecto a cuando no había Ley. Y hay que reconocer el aporte de LaLiga y de la Federación y del Consejo. Pero es notoriamente insuficiente. Y además el deporte es mucho más amplio, incluido el fútbol. En fin, falta voluntad de acometerlo a fondo y en un momento en que las sociedades se polarizan, el extremismo se recluta en las gradas ultras. Insistimos: atención, que pueden venir problemas.

¿En qué ejemplo o modelo se puede fijar España?

Desde luego ni Italia, Gran Bretaña o los países del Este son nuestros maestros, a tenor del activismo ultra que se da en estos países. Debemos aprender de lo que está bien hecho, por ejemplo, en Alemania, que se andan con pocas tonterías y, sino que les pregunten a Ultrassur como les detuvieron hace años por ir haciendo el nazi nada más bajar del avión.

En cualquier caso, aprender de todos, incluso de Rusia donde se preveía un Mundial difícil y fue como la seda. Ahora bien, las críticas también deben de alcanzar a la UEFA y a la FIFA.

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