En busca de la normalización de la discapacidad

Aunque parece que la discapacidad está cada día más normalizada en nuestra sociedad, quedan muchísimos flecos por mejorar y resolver.

Flecos relativos, por ejemplo, a la aceptación de las personas con discapacidad por parte del resto de la población, el acceso a derechos como el empleo o la educación (por citar solo algunos), o la no discriminación en general de estas personas en cualquiera de las actividades de su vida diaria.

Y todo eso cuando fenómenos sociales como la premiada película Campeones parecen haber concienciado de repente a toda la sociedad, desde los que tienen el poder de mandar y legislar para igualar el trato de las personas con discapacidad al resto hasta al último ciudadano de a pie que ha visto la película varias veces.

Pero como pasa siempre con muchas cosas, al cabo de unos días de ver la película nos olvidamos de lo que nos transmitía y la idea subyacente que tenía, porque hay nuevas noticias y preocupaciones que ocuparán nuestro pensamiento hasta que acaben sepultados por las siguientes, en un bucle que nunca se termina.

Sin ir más lejos, recuerdo que en la semana en que la película fue premiada en los Goya y todos los medios y muchas empresas hablaban de ella, algunas de esas empresas supuestamente muy comprometidas con el empleo de personas con discapacidad declinaban su participación en una feria de empleo exclusivo para este colectivo con la que yo estaba colaborando, lo cual me dejó en aquel momento con una sensación bastante agridulce.

¿Problemas que irán a más en el futuro?

Según el  IV Informe del Observatorio sobre Discapacidad y Mercado de Trabajo (Odismet) de la Fundación Once, el número de personas con discapacidad reconocidas en nuestro país (es decir, con un grado de discapacidad del 33% o superior) es de 1.860.600, con edades comprendidas entre los 16 y los 64 años, lo que representa un 6,2% de la población en dicha franja de edad.

El dato revela un incremento de 19.900 personas con respecto al informe anterior, y de casi un millón respecto a 2008. Unas cifras que sin duda irán a más por la creciente longevidad de los españoles que trae asociado un aumento de las discapacidades a edades tardías.

Con estas previsiones a medio o largo plazo, queda aún más patente la necesidad de normalizar la situación de este gran grupo de ciudadanos.

El número de personas con discapacidad reconocidas en España es de 1.860.600, con edades comprendidas entre los 16 y los 64 años: un 6,2% de esta población.

¿Ha mejorado la situación de las personas con discapacidad en España?

Para ser totalmente fieles a la realidad, no debemos quedarnos solo con la idea de que está todo por mejorar, ya que, afortunadamente, en algunos campos ha habido progresos sustanciales en los derechos de las personas con discapacidad.

Por ejemplo, los que señala el Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas tras el estudio hace escasos tres meses de los últimos informes periódicos que entregó nuestro país.

En España se han publicado diversas medidas legislativas para la mejora de la situación del colectivo con discapacidad, y solo queda que su cumplimiento se produzca realmente y no suceda lo mismo que está pasando con la cuota del 2% de personas con discapacidad en plantilla en las empresas con más de 50 trabajadores y que es una asignatura pendiente desde los tiempos de la antigua Lismi.

Entre esas medidas legislativas son de destacar las destinadas a garantizar el derecho de sufragio de todas las personas con discapacidad; a aumentar su nivel de participación, empleo e inserción social mediante, entre otras cosas, una mayor oferta de trabajo decente y la lucha contra la discriminación; a establecer cuotas de puestos de trabajo para este colectivo en los contratos públicos; a reforzar los derechos de estas personas a las que se atribuya un hecho punible o que hayan sido detenidas, o a garantizar su participación sin exclusiones en el jurado del tribunal.

También, el Comité encomió la aprobación por parte del Estado del Plan de Acción de la Estrategia Española sobre Discapacidad 2014-2020 a nivel nacional y de otros planes conexos elaborados por las diferentes comunidades autónomas.

Hasta aquí digamos que está lo bueno, pero ¿en qué hay que ponerse a trabajar seriamente para mejorar?

Las múltiples preocupaciones del Comité

El Comité de las Naciones Unidas no se queda corto en preocupaciones y en recomendaciones a España en su informe de quince páginas para enmendar la situación y progresar hacia la total normalización de las personas con discapacidad en la sociedad.

En términos generales, hay preocupación en que varias leyes y políticas nacionales, regionales y municipales, en particular el texto refundido de la Ley General de Derechos de las Personas con Discapacidad y de su Inclusión Social (2013) no estén en consonancia con la Convención sobre los Derechos de las personas con discapacidad ni con el modelo de discapacidad basado en los derechos humanos.

Hay preocupación en que la Ley General de Derechos de las Personas con Discapacidad y de su Inclusión Social (2013) no estén en consonancia con la Convención sobre los Derechos de las personas con discapacidad ni con el modelo de discapacidad basado en los derechos humanos.

Esa falta de armonización podría dar lugar a la utilización del modelo médico de la discapacidad, en el marco del cual las personas son clasificadas según el diagnóstico y excluidas del amplio alcance previsto en la Convención, según la cual la discapacidad se reconoce en relación con las deficiencias y las barreras presentes en el entorno social, sobre todo en el caso de la discapacidad psicosocial.

También preocupan los progresos limitados en lo que se refiere a garantizar la intervención y participación plenas e igualitarias de las personas con discapacidad, a través de las organizaciones que las representan, en todos los asuntos que las conciernen, incluida la formulación de políticas y leyes públicas.

El no reconocimiento (y prohibición explícita) de la discriminación múltiple e interseccional por motivos de discapacidad, sexo, edad, etnia, identidad de género, orientación sexual y cualquier otra condición, en todos los ámbitos de la vida, es también motivo de queja por la Comisión.

Entraría en lo anterior la grave discriminación que padecen las mujeres con discapacidad y su exposición a la violencia de género.

¿Estamos sensibilizados con las personas con discapacidad lo suficiente?

Según el Comité hay mucho también por mejorar en este ámbito, por muchas películas, programas de televisión y loables campañas publicitarias que se han realizado para cambiar la situación.

Concretamente preocupan los pocos cambios conseguidos por los programas de sensibilización en la percepción social de las personas con discapacidad y la poca atención prestada en esos programas a su dignidad y derechos.

También la estigmatización incesante de las personas con discapacidad psicosocial en los medios de comunicación y por la industria farmacéutica, y los continuos estereotipos negativos y la imagen degradante, por ejemplo la forma en que se representa a las personas con enanismo en las corridas de toros y en los programas de humor en los principales canales de los medios de comunicación.

Muchísimo trabajo por delante

Los anteriores ejemplos extraídos del informe del Comité de la ONU son solo unos pocos de los que se pueden encontrar dentro del mismo, y que vienen acompañados de recomendaciones concretas a llevar a cabo.

En él también se habla de la situación y mejoras a realizar en ámbitos como el de la accesibilidad, el derecho a la vida, situaciones de riesgo y humanitarias, acceso a la justicia, libertad y seguridad, protección contra la explotación, la violencia y el abuso, libertad de circulación, derecho a vivir de forma independiente y a ser incluido en la comunidad, libertad de expresión y de opinión y acceso a la información, respeto de la privacidad, educación, salud, empleo, nivel de vida, o participación en la vida política y pública.

Como se puede observar, es un buen punto de partida para todo aquél que quiera ahondar en la situación actual de las personas con discapacidad en España y participar tanto en la mejora de la misma como en la consecución de la tan ansiada y exigible igualdad con el resto de ciudadanos.

Es esta, sin duda, una lucha transversal que dista mucho de ser un sprint y se asemeja a un largo maratón en el que se van consiguiendo pequeñas victorias que acercan poco a poco al objetivo final, que no es otro que la plena igualdad de derechos.

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