Tokio 2020: pistoletazo de salida a unos Juegos Olímpicos más sostenibles

Atenas 2004, Pekín 2008, Río de Janeiro 2016… Instalaciones deportivas abandonadas y presupuestos superados por muchos ceros de diferencia. Es la herencia que queda después de unos Juegos Olímpicos. Una dinámica que se pretender cambiar a partir de Tokio 2020.
<p>Piscina olímpica de Río de Janeiro.</p>

Piscina olímpica de Río de Janeiro.

Final de los 100 metros masculino. Uno de los principales eventos del Mundial de atletismo. Sin embargo, la afluencia al estadio de Doha (Qatar) apenas alcanza 5.000 personas –sobre un aforo de 48.000-, y muchos de ellos pertenecen a los diferentes staff de las selecciones. Esta pobre asistencia fue incluso peor en el resto de los días del campeonato, con finales donde apenas se llegó a los mil espectadores en un recinto que a partir de ahora difícilmente tendrá un uso regular.

Esta vez era un Mundial de Atletismo, pero es un ejemplo más de los célebres ‘elefantes blancos’, instalaciones de grandes citas deportivas que quedan en el olvido después de la competición, especialmente presentes en las sedes de los últimos Juegos Olímpicos.

Río, Atenas, Pekín…

El silencio domina las instalaciones de Río de Janeiro 2016. Pasear entre ellas es como hacerlo por un escenario apocalíptico. No hay nada de lo prometido por el Gobierno: prosperidad y turismo. Tampoco la reutilización de las infraestructuras para la gente de la ciudad.

El Parque Olímpico de Deodoro, aclamado por los políticos de Brasil y por el Comité Olímpico Nacional como una forma de mejorar uno de los barrios más pobres de Río, ha sido cerrado. La piscina de las competencias de canoas también ha seguido el mismo camino y no hay señales de que vaya a abrir de nuevo.

Mientras, el alcalde de Río, Marcelo Crivella, ha desechado los planes de convertir la arena de balonmano en cuatro escuelas públicas y las 31 torres que componían la villa residencial de los atletas, en principio para viviendas de lujo, también están vacías y rodeadas de maleza.

Atenas 2004 también dejó por el camino ‘elefantes blancos’ y los problemas económicos relacionados con el alto coste de su mantenimiento. Ocurre así, por ejemplo, con la cúpula del Estadio Olímpico de Atenas. Diseñada por el arquitecto español Santiago Calatrava, costó 130 millones de euros, y desde que empezó a utilizarse necesita 9,5 millones de euros anuales para los trabajos de mantenimiento. Trabajos que hace mucho que dejaron de realizarse.

<p>Estadio Olímpico de Atenas. Foto: Mister No </p>

Estadio Olímpico de Atenas. Foto: Mister No

Algunas voces, mientras, señalan el alto coste de los Juegos Olímpicos como origen de la profunda crisis económica del país heleno. Y es que el coste real de los Juegos fue objeto de polémica desde el primer momento. Sin cifras oficiales sobre el gasto, lo que sí que está constatado es que el déficit presupuestario se dobló en el año olímpico: del 3,7% de 2002 al 7,5% en 2004. Y la deuda estatal subió en un año de 182.000 millones a 201.000 millones de euros. A partir de entonces, Grecia entró en una inmensa espiral de deudas.

Los fastuosos Juegos de Pekín 2008 tampoco evitaron esta problemática. Su Estadio Nacional conocido como Nido de Pájaro, referente de los Juegos, también lo es de esta política de gasto desmesurado. No se prevé recuperar la inversión efectuada (unos 360 millones de euros) hasta dentro de tres décadas. No obstante, el gran problema reside en la infrautilización y abandono del resto de instalaciones olímpicas: el estadio de voleibol, el campo de béisbol, la sede de kayak, el estadio de ciclismo, la sede y los muelles para la competición de remo… En todas ellas será muy difícil, por no decir imposible, recuperar la inversión realizada.

Varios estudios al respecto, entre ellos uno de la Universidad de Oxford, señalan que los JJOO celebrados entre 1960 y 2012 incurrieron en un coste medio un 180% superior al previsto. Londres, que al menos sí ha conseguido reutilizar algunos espacios olímpicos, contaba con un presupuesto inicial de 4.000 millones de euros para acabar rozando los 15.000. En los mencionados Juegos de Atenas los ingresos de la capital tan solo cubrieron el 15% del gasto final y las estimaciones sobre Pekín superan los 40.000 millones.

La única excepción conocida a este caos financiero fue el caso de Los Ángeles 84. Los únicos Juegos que lograron superávit (cerca de 200 millones de euros) gracias a que usaron infraestructuras deportivas ya existentes -solo construyeron dos pabellones nuevos- y, sobre todo, porque la gran mayoría de la inversión era privada.

No debe verse como un evento temporal

Tokio 2020 llega en menos de un año. Unos Juegos que intentarán dar un vuelco drástico al llamado ‘efecto olímpico’ y asegurarse de que, en lugar de generar gasto y deuda, se logre un impacto económico positivo a largo plazo. La Agenda 2020 de Tokio se inspira en el espíritu que la candidatura Madrid 2020 presentó en la elección de 2013. Apostar por las infraestructuras construidas, recortar el gasto y adaptar los Juegos a la ciudad y no viceversa.

La primera decisión de la organización de Tokio 2020 llegó pocos días después de ponerse en marcha la candidatura, reduciendo el presupuesto inicial de los 14.000 millones de euros a los 10.000. Una menor inversión que ha tenido especial impacto en la zona cero de los Juegos Olímpicos: el Estadio Olímpico. El diseño inicialmente elegido, de la arquitecta Zaha Hadid, fue descartado y sustituido por una obra del nipón Kengo Kuma. Según los organizadores, por dos razones: excesiva magnitud del aforo y, sobre todo, el coste. El nuevo proyecto se ha quedado en un presupuesto de 1.132 millones de euros, 756 millones de euros menos que en el cálculo inicialmente previsto.

Por otro lado, los edificios construidos para la Villa Olímpica serán convertidos, junto a nuevos rascacielos, en una zona residencial tras los Juegos. “No vemos esto como un evento temporal, sino como una oportunidad para mejorar la calidad de vida de los residentes de la ciudad y confirmar el desarrollo sostenible de Tokio, buscando que permanezca como legado para las próximas generaciones”, asegura la organización.

“Además, queremos que los Juegos Paralímpicos sean una oportunidad para construir una sociedad diversa e inclusiva, en la que todo el mundo se respete y acepte. El Gobierno Metropolitano de Tokio (GMT) apoyará una mayor involucración social de sus miembros con discapacidades, promoviendo una sociedad libre de barreras y un desarrollo urbano accesible a todo el mundo, independientemente de cualquier discapacidad psíquica o física”.

<p>Fuente: Tokyo 2020. Traducción propia.</p>

Fuente: Tokyo 2020. Traducción propia.

París y Los Ángeles confirman la nueva política sostenible

De este modo, Tokio 2020 pretenden ser los primeros Juegos Olímpicos de la nueva política sostenible del Comité Olímpico Internacional (COI). Un eje estratégico del Comité Olímpico que se trazó en 2013, cuando se elaboró un documento con recomendaciones a las futuras candidaturas donde se aportan ideas para el abandono de los complejos una vez la antorcha olímpica cambie de sede. Una filosofía reflejada ahora en hechos en Tokio, pero también a futuro con la elección de París y Los Ángeles como organizadoras de los Juegos de 2024 y 2028.

Detrás de esta decisión está el objetivo de alcanzar dos ediciones exitosas, pero también rentables. Eso bajaría el volumen de las críticas que señalan al mayor acontecimiento deportivo como una fuente de grandes gastos. No será así en París y Los Ángeles. Ambas candidaturas, como ocurría con la de Madrid 2020 o Tokio –aprovechando gran parte de la herencia de los Juegos de 1964-, cuentan ya con la mayoría de instalaciones deportivas necesarias para albergar una cita de estas características, lo que ayuda a reducir costes.

Además, dichas instalaciones ya están en uso, por lo que se garantiza que no quedarán abandonadas. En las cuentas de París 2024, con el 93% de las instalaciones ya construidas, se ha preparado una inversión de 3.186 millones de euros, y aproximadamente el 50% estará financiado por la Administración. La candidatura también se ha apoyado en el transporte público para mostrar su faceta más sostenible. Todos los centros deportivos se encuentran a menos de 400 metros de una parada de metro y bus, y el servicio será gratuito para todos aquellos aficionados que asistan a alguna prueba.

Los Ángeles 2028, por su parte, “ha presentado una potente candidatura que tiene en cuenta las prioridades de sostenibilidad de la Agenda Olímpica 2020”, indica Thomas Bach, presidente el COI. A 11 años de que se celebren los Juegos en esta ciudad, el 97% de los espacios necesarios ya están construidas o serán temporales. El 3% restante corresponde a la construcción de dos estadios y los estudios televisivos y las oficinas de la NBC.

Los Juegos Olímpicos, ya no hay dudas, apuestan por la sostenibilidad para poner fin a los ‘elefantes blancos’.

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