Jornada de seis horas y cuatro días a la semana ¿es posible?

El debate sobre la reducción de días y horas de trabajo se ha vuelto a reavivar en Finlandia, después de que su primera ministra, que la había apoyado en Twitter, haya negado finalmente que la fuese a aplicar. En España, algunos partidos políticos la defienden, pero, ¿qué consecuencias tendría?

“Jornadas de trabajo más cortas pueden y deben ser discutidas. Una semana de cuatro días o un día de seis horas con salario digno puede ser una utopía hoy, pero puede ser cierto en el futuro”. Así parecía defender en Twitter la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin –la jefa de gobierno más joven del mundo-, los beneficios de una reducción de jornada y de semana laboral en su nación. Unas declaraciones que causaron revuelo en el país escandinavo y en todo el continente, y cuyo debate zanjó hace solo unos días el Gobierno finlandés, desmintiendo que se vaya a implementar.

Sin embargo, la primera ministra finlandesa no es la única política en plantear la reducción de horas de trabajo y una mayor flexibilidad. En su vecina Suecia, la ciudad de Gotemburgo realizó en 2014 y durante dos años un experimento en una residencia de ancianos donde las trabajadoras redujeron su jornada de ocho a seis horas sin disminuir el salario, para ver los efectos de esta medida en la productividad y la vida sociolaboral de la plantilla. Además, contrataron a otras 17 enfermeras para cubrir las horas.

Según el Ayuntamiento, los efectos fueron positivos: se aumentó la productividad y las bajas por enfermedad. La cara negativa: se enfrentó a duras críticas por haber tenido un coste de 800.000 euros para las arcas públicas, lo que refleja su inviabilidad. No obstante, solo fue un experimento; Suecia mantiene una semana de 40 horas laborables.

España no se ha mantenido al margen del debate. En las pasadas elecciones generales de noviembre, la formación política Más País proponía en su programa económico una semana laboral de 32 horas o cuatro días. En concreto, pretendían aprovechar los avances tecnológicos y los aumentos de la productividad para reducir, de forma gradual y negociada, la jornada laboral sin pérdida de salario durante la próxima década.

Una medida con la que, defienden, favorecerían la conciliación familiar y contribuirían a avanzar en la transición ecológica al reducirse los desplazamientos al trabajo y las reducciones de gases de efecto invernadero. La escasa representación política del partido liderado por Íñigo Errejón y el incierto horizonte económico hacen difícil, en cualquier caso, la implantación de esta medida en España.

Pero, ¿qué pasaría si se llevasen adelante estos cambios? ¿Está preparado España para un cambio de este calibre? ¿Podrían adaptarse todas las empresas?

Más País proponía en su programa económico una semana laboral de 32 horas o cuatro días.

Productividad y salarios, clave en la flexibilización de horarios

Para Santiago García, cofundador de Future for Work Institute –observatorio independiente de tendencias en el mundo del trabajo y la gestión de personas-, el debate sobre la reducción de jornadas y días de trabajo es “una cuestión compleja, que hay que evitar tratar de manera simplista y, menos aún, demagógica”.

Para García, en el centro del debate está la productividad: “Es legítimo aspirar a jornadas laborales más cortas con el mismo sueldo, pero es necesario que nuestra productividad aumente como mínimo en una proporción tal que compense el descenso del tiempo trabajado”. Si no, insiste, “no salen los números”. La alternativa sería, obviamente, la reducción de salarios de la plantilla.

Si esta reducción de jornada no va acompañada de mejoras de la productividad, además, “generará problemas sobre todo en empresas con ocupaciones donde hay escasez de trabajadores cualificados”, según apunta García, ya que si ya les cuesta encontrar trabajadores a tiempo completo, más difícil les será encontrar a más empleados para cubrir toda la semana.

Algo mejor lo tienen las ocupaciones con una amplia oferta de trabajadores cualificados, en cuya reducción de jornada laboral “puede ayudar a repartir el empleo y reducir la tasa de desempleo en ciertos colectivos”. Aunque, de nuevo, se presenta la necesidad de o bien aumentar la productividad o bien reducir los salarios. Y, una reducción salarial, traería como consecuencia ahondar en uno de los problemas del mercado laboral español: el subempleo; es decir, el porcentaje de personas que trabajan a tiempo parcial pero que desean trabajar a tiempo completo.

Un aspecto negativo, el de reducción de salarios si no se produce un aumento de la productividad, en el que también incide Juan Francisco Arza, socio fundador de Arza & Legazpi, consultora de Recursos Humanos, quien apunta que una reducción de la jornada “drástica y obligatoria” comportaría “un grave problema organizativo y un incremento de costes inasumible” para las empresas, y un perjuicio para los empleados, “al ver disminuidos sus ingresos, que en un país como España ya son demasiado bajos”.

Para Arza, en caso de implantarse, debería ser una “medida voluntaria y de aplicación progresiva”, que ayudaría a las empresas a “retener más talento, sin que eso supusiera una disminución del beneficio o de la competitividad”.

En caso de implantarse la jornada reducida, debería ser una “medida voluntaria y de aplicación progresiva”, que ayudaría a las empresas a “retener más talento, sin que eso supusiera una disminución del beneficio o de la competitividad”. Juan Francisco Arza

La principal ventaja: la conciliación

En lo que también coinciden ambos expertos en Recursos Humanos es en los beneficios que podría tener para el empleado esta reducción. Para Arza, la jornada de seis horas sería “idónea para personas que necesitan compatibilizar el trabajo con el cuidado de los hijos, de los mayores o que, sencillamente, valoran más su tiempo libre y quieren dedicarlo a actividades de ocio”. Un “ajuste entre las necesidades y expectativas vitales de las personas y su horario profesional” que mejoraría “el clima, el desempeño y la productividad”.

A ello se suman la mejora de “hábitos de vida saludables (descanso y deporte), la reducción del estrés laboral” y la “reducción en los desplazamientos de los trabajadores”. Un factor, este último, que disminuiría “las emisiones de gases asociados a esos movimientos, una cuestión sobre la que la sociedad muestra una sensibilidad creciente”, según García.

La conciliación, en último término, mejora la felicidad de los empleados. Así lo defienden desde Ntity, una consultora española de branding y diseño que va más allá de las reducciones de jornadas y presume de trabajar sin oficina, apostando por una flexibilidad laboral máxima para que su equipo disponga del tiempo y experiencias que le aporten ideas en el proceso creativo.

Un equipo compuesto por nueve personas que viven en Barcelona, Madrid, Dusseldorf, Estambul, Cartagena, Castro Urdiales, Alicante o Linares y que, en palabras de Beatriz Cuevas, socia y directora Creativa de Ntity, “vive como quiere vivir y hace lo que le gusta; el trabajo no condiciona nuestra forma de vida”. “A mayor flexibilidad, mayor felicidad”, asegura por su parte Juan Mas, director y cofundador de Ntity, quien apunta a “la responsabilidad, el compromiso y la confianza entre los miembros del equipo” como los tres pilares de su fórmula de la felicidad laboral.

Unas medidas de flexibilidad que, en opinión de Mas, “se van a ir haciendo realidad en cada vez más empresas con el paso del tiempo”, sobre todo “en sectores más innovadores” como servicios, tecnología o consultoría.

Precisamente al soporte tecnológico se dedica Software DelSol, empresa ubicada en Jaén y que, con una plantilla de 181 trabajadores, ha decidido implantar con el nuevo año una reducción semanal a cuatro días laborables sin afectar a sus salarios. El objetivo: facilitar la conciliación familiar, la motivación y la productividad del equipo, como explican en su web, para lo cual han aumentado su plantilla en más de 25 incorporaciones durante 2019. Con este nuevo planteamiento, esperan también reducir el absentismo laboral, fidelizar a la plantilla y atraer el talento a su equipo, además de contribuir al medio ambiente reduciendo trayectos en transporte y el consumo de energía al cerrar algunos departamentos un día más a la semana.

Arza insiste en la importancia de “tener en cuenta las diferencias entre sectores y tipos de actividad, ya que aplicar el mismo modelo a todas las empresas es un error”.

¿Qué necesita una empresa para reducir sus horarios?

Teniendo siempre en cuenta lo anteriormente mencionado sobre salarios y productividad, existen acciones que las empresas pueden tomar para optimizar el horario de trabajo e implantar progresivamente medidas de flexibilidad.

Como apunta Arza, “los españoles pasamos mucho tiempo en el trabajo, pero no tanto trabajando”, con “reuniones ineficaces, cafés, conversaciones de pasillo u ojeando Internet”. Para evitarlo, propone acciones como “apagar las luces a la hora del fin de la jornada o prohibir que las reuniones comiencen después de una hora determinada”.

Los trabajadores, por su parte, “también pueden modificar sus hábitos en su propio beneficio, reduciendo, por ejemplo, el tiempo dedicado a comidas”. En cualquier caso, Arza insiste en la importancia de “tener en cuenta las diferencias entre sectores y tipos de actividad, ya que aplicar el mismo modelo a todas las empresas es un error”.

En la misma línea, García insiste en aplicar medidas para que los empleados se concentren más en sus tareas de forma que puedan reducir las horas que pasan en la oficina, como “poner límites al número y duración de las reuniones, favoreciendo el uso de comunicaciones remotas, o a través del diseño de sus espacio de trabajo”.

Relacionado con estos cambios en la forma de trabajar, García aconseja tener cuidado con las cosas que se dejan fuera; es decir, si se trabajan menos horas, “es fácil caer en la tentación de centrarnos en las tareas urgentes y posponer tareas que consumen más tiempo y son menos urgentes, pero que pueden tener un mayor impacto a largo plazo, tales como innovación, construcción de relaciones interpersonales o aprendizaje”.

¿Está preparada España para reducir su jornada de trabajo?

Más allá de la teoría y de la experiencia de unas pocas empresas, cabe preguntarse si, como proponía el partido Más País, España estaría preparada para un cambio en los tiempos y formas de trabajar como el descrito.

Para Arza, “la economía y las empresas españolas recibirían positivamente cualquier medida que fuera realmente modernizadora y eficaz”. El problema, para él, está en que “algunas buenas voluntades se acaban traduciendo en medidas que no tienen en cuenta la realidad empresarial, como es el caso del tristemente famoso registro horario”.

Para Mas, de Ntity, lo importante es ir cambiando el componente cultural y educación. “España no es Finlandia: el fraude fiscal es elevado, el absentismo laboral también, como la precariedad derivada de los modelos de contratación encadenados”, factores que “tienen que ir cambiando para generar un clima de confianza y mejorar la vida laboral de las personas”.

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