¿Cómo disminuir la basura en los asentamientos informales?

‘Comunidades Protagonistas sin Basura’ es una iniciativa de Surcos, una organización de la sociedad civil, en alianza con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Fundación Emergencias. La clave del proyecto tiene que ver con el trabajo mancomunado entre cooperativas, vecinos e instituciones de los barrios.

La acumulación de basura atrae roedores e insectos, genera malos olores, impide la circulación y contamina los espacios públicos. La principal consecuencia de no ocuparse de esta problemática es que se generan graves problemas de salud en la población.

Surcos, una organización de la sociedad civil, en alianza con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Fundación Emergencias, lanzaron en 2018 el programa Comunidades Protagonistas sin Basura con la intención de encontrar soluciones comunitarias a la contaminación por residuos en las villas de la ciudad.

El trabajo mancomunado entre cooperativas, vecinos e instituciones de los barrios ha permitido que el 85% de los hogares incorpore hábitos de separación de los residuos y que se recuperen varias toneladas de cartón, plástico y metal por mes, mejorando los ingresos de la cooperativa y el ambiente de los barrios.

“En las villas de la ciudad existen dos problemáticas ambientales principales que pueden derivar en eventos de contaminación: por un lado está la informalidad de las redes de agua y saneamiento, que aumenta el riesgo de contaminación del agua para consumo. Por otro lado, la problemática de los residuos, que está relacionada con la dificultad de proveer servicios de recolección en el entramado de pasajes y pasillos al que los camiones recolectores no pueden acceder y la consecuente acumulación de grandes volúmenes de residuos en la periferia”, explica Luciano López Santesteban, cocoordinador de proyecto Comunidades Protagonistas sin Basura.

A comienzos del 2018, la Subsecretaría de Hábitat e Inclusión del Gobierno de la Ciudad convocó a Surcos para trabajar en una estrategia de promoción ambiental. “Dado que el espíritu de Surcos plantea para las distintas temáticas que se trabajan una estrategia comunitaria, apoyada en la construcción de redes con los principales actores interesados y la colaboración en soluciones integrales, sobre la demanda original se planteó avanzar con un proyecto en este sentido. Dentro del mismo, se destinó una primera etapa a investigar y entender la complejidad del problema de la basura en los barrios informales, y a partir de allí se fueron ensayando distintas formas de abordar la problemática planteada, ajustada a las características específicas de cada uno de los barrios donde se trabajó”, cuenta López Santesteban.

Manuel Aguilera, sociólogo y también coordinador del programa, explica que en la villa 21-24, un barrio informal ubicado en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires, la densidad poblacional es aproximadamente siete veces más alta que la del resto de la ciudad. “Debido a la configuración urbana de las villas, la basura que se genera en los hogares sobrepasa la capacidad de absorción del sistema de recolección de residuos. Al menos el 20% de los residuos que se generan en las villas es fácilmente reciclable. De hecho, ya existen cientos de personas en la ciudad que viven de realizar esta tarea, pero generalmente lo hacen de forma desarticulada con el vecino. Al intentar recomponer este vínculo los hábitos cambian muy rápidamente, los vecinos comienzan a separar sus residuos y las cooperativas y cartoneros mejoran sus condiciones de trabajo”, desarrolla.

Tras el diagnóstico, a principios de 2019 se incorporó al proyecto la Fundación Emergencias, que pertenece a la empresa homónima, líder  en el mercado de emergencias médicas extra-hospitalarias de Argentina. “Consideramos que el proyecto Comunidades Protagonistas Sin Basura viene a dar respuesta a un conjunto de problemáticas de gran envergadura que reclaman soluciones de triple impacto: concienciando sobre la separación de residuos, contribuyendo al mejoramiento de la salud de los vecinos, creando redes y fortaleciendo la economía local”, opina Silvio Aguilera, presidente de Fundación Emergencias.

Rápidamente, se organizaron en la villa 21-24, en Barrancas, y los barrios Carillo y Fátima de Villa Soldati redes de trabajo con cooperativas de recolección, escuelas e instituciones. “Mediante la formación de promotores ambientales, la realización de campañas de concientización y la recolección diferenciada, rápidamente los vecinos empezaron a separar sus residuos y la cantidad de basura que llegaba a los contenedores comenzó a disminuir”, afirma Manuel Aguilera.

Frente a la convicción de que para encontrar nuevas soluciones era necesario adoptar una perspectiva comunitaria, el equipo se propuso involucrar a los vecinos en todas las instancias del proyecto. “Así, cuando se realizaron diagnósticos, los vecinos podían acercarse y proponer soluciones para abordar esta problemática. De estos encuentros surgieron actividades culturales, como pintar murales y realizar festivales, jornadas de capacitación en escuelas, acciones de concientización y el armado de circuitos de gestión de material reciclable con cartoneros y cooperativas”, dice Manuel Aguilera.

Según López Santesteban, lo que mejor funcionó y en los que hicieron hincapié en 2019 fueron los circuitos de gestión de residuos reciclables. “Para esto en cada barrio identificamos posibles rutas de trabajo, relevamos la cantidad de comercios, instituciones educativas, comedores u otros presentes en cada una, identificamos un posible recolector para la misma y, si consideramos que estaban dadas las condiciones para que se implemente esa ruta avanzamos. El recolector podía ser una cooperativa que tenga a cargo la recolección de basura en ese sector y quiera beneficiarse vendiendo los reciclables; un cartonero informal que le sirva tener una ruta con la que se garantice cierta cantidad de material constante y previamente clasificado, o una cooperativa de reciclaje que tenga presencia en la zona pero que hasta el momento no haya hecho trabajo territorial”, agrega.

El trabajo de promoción ambiental se realizó en domicilios, comercios e instituciones de distinto tipo. El trabajo del promotor implica sintetizar en una explicación de entre uno y dos minutos por qué hay un problema en torno a los residuos en el barrio y cómo la separación de residuos contribuye a mitigar ese problema, explicando qué tipo de residuos se deben separar para ser recolectados de manera diferenciada y en qué días y horarios serán retirados. En instituciones educativas se suelen hacer intervenciones más profundas que pueden implicar capacitaciones al equipo docente, charlas con no docentes y actividades en los cursos con los alumnos.

“La participación de los vecinos es clave en tanto la gestión de residuos comienza en el hogar con la separación en origen e implica también pequeñas acciones como hacer un buen uso de los contenedores. Así como entendemos que muchas veces los residuos se diseminan en el suelo porque los contenedores no son suficientes para el total generado, también es común ver este diseminado al lado de contenedores vacíos. Para solucionar el problema de fondo es necesario tanto el rol del Gobierno como de los vecinos involucrados”, comenta López Santesteban.

Mónica Molinas, de 44 años, es vecina de la villa 21-24 y vive allí hace una década. Sentada en el patio de la capilla, entre mate y mate, ella recuerda, que cuando llegó a aquella parte del barrio, conocida como San Blas, era un basural. “Ahora me pongo orgullosa de ser del barrio. Cambió un montón. Ahora hay parques para que los chicos jueguen, que fue un logró de todos los vecinos. Antes la plaza era un cementerio de basura”, cuenta.

<p>Mónica Molinas, vecina de la villa 21-24, y Luciano López, cocoordinador de proyecto 'Comunidades Protagonistas sin Basura'.</p>

Mónica Molinas, vecina de la villa 21-24, y Luciano López, cocoordinador de proyecto 'Comunidades Protagonistas sin Basura'.

En su casa Molinas hace compóst, recicla y reutiliza materiales que antes iban a la basura. Ella observa que los vecinos del barrio se comprometieron mucho más con separación de residuos y así llevan menos basura al contenedor. Además, hay seis cooperativas del barrio involucradas en la recolección.

“Cuando planteamos por primera vez las ideas que queríamos llevar adelante en los barrios para resolver el problema de la basura, nos enfrentamos a los prejuicios propios y ajenos. Escuchamos decir que nadie iba a separar sus residuos en barrios donde la necesidad económica marca la coyuntura y la gente tiene otras urgencias de las que preocuparse. Sin embargo, nos sorprendimos al ver que la respuesta de los vecinos fue en líneas generales positiva. Y también lo fue la respuesta de cooperativas y recolectores cuando se les planteó la idea de armar estos circuitos, que se comprometieron al punto que hoy las rutas de recolección funcionan con independencia de nuestro acompañamiento”, reflexiona López Santesteban.

Desde agosto, Molinas se integró al equipo de trabajo de Comunidades Protagonistas sin Basura. Ella se encargó de hacer un tótem, una caja grande que llevan a las instituciones educativas para que puedan hacer el acopio de reciclables. “Moni tuvo un rol muy importante en el equipo. Ella vio oportunidades de circuitos de reciclables en lugares que nosotros, que vivimos afuera del barrio, no veiamos. Aportó otra mirada”, señala López Santesteban.

Cada dos años la Unesco convoca a jóvenes de todo el mundo que estén impulsando proyectos transformadores en sus países. A finales de 2019, el equipo del proyecto Comunidades Protagonistas sin Basura fue invitado a presentar la experiencia. “El reconocimiento de la Unesco nos ha permitido aprender sobre otras experiencias que servirán de insumo para diseñar estrategias que nos faculten a alcanzar otros territorios y poblaciones, y a implementar acciones de incidencia sobre políticas públicas y sobre instituciones de formación y divulgación”, comenta Alejandra Sánchez Cabezas, fundadora de Surcos.

El equipo de Comunidades Protagonistas sin Basura está convencido de que la iniciativa podría replicarse en el 100% de las villas, siempre considerando que un trabajo territorial bien entendido implica adaptar las estrategias a las características específicas de cada territorio. Para esto es importante conocer como mínimo la cantidad de habitantes, la extensión del territorio, la morfología de pasajes y pasillos y los actores sociales presentes e involucrados en la temática.

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