El escenario pos-covid-19 genera una oportunidad de frenar el cambio climático

La pandemia de la covid-19 ha dado un vuelco a la economía mundial y las estrictas medidas de bloqueo han puesto a ciertos sectores con alto contenido de carbono, como la aviación y el transporte, bajo presión financiera.

Pero aún dentro de estos momentos de dificultad e incertidumbre, que los gobiernos anuncian grandes paquetes de estímulo para revivir sus economías de la pandemia, estamos ante una oportunidad única de reconstruir la economía de una manera mejor mediante la inversión en proyectos sostenibles.

Así de claro se muestra el informe Climate change and Emerging Markets after Covid-19 publicado por Pictet Asset Management, y que describe las consecuencias de la no mitigación del cambio climático y las dinámicas que los inversores jugarán en las siguientes décadas.

Las decisiones de los próximos meses serán esenciales para salvaguardar el planeta y solo un cambio sustancial en la práctica permitirá a los gobiernos, empresas y ciudadanos de todo el mundo frenar eficazmente el cambio climático.

No mitigar el cambio climático puede reducir el PIB mundial

Desafortunadamente, el progreso en el cambio climático durante la última década ha sido inadecuado. Las temperaturas ya han aumentado en más de 1°C desde 1880, y las proyecciones sugieren que, con las políticas actuales, la superficie de la Tierra podría calentarse en 2,8°C para finales del siglo XXI, en comparación con las temperaturas de la época.

Según el informe, los impactos y riesgos de ese aumento de temperatura para las economías de mercado emergentes son mayores que para los países de altos ingresos.

Sobre la base de un conjunto de escenarios empleados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), denominados “vías socioeconómicas compartidas”, se deduce que la no mitigación del cambio climático podría reducir el PIB mundial per cápita en un 45% para 2100, en comparación con un escenario en el que el cambio climático no fuera a más.

Escenarios posibles ante el aumento de temperatura para 2100. Fuente: ‘Climate change and Emerging Markets after Covid-19’

Según las hipótesis de crecimiento demográfico y económico, esa reducción del PIB podría equivaler a una cifra que oscilaría entre 90 y más de 500 billones de dólares para 2100.

Ante este panorama, las elevadas tasas de crecimiento actuales de las economías de mercado emergentes se verían frenadas por las graves perturbaciones del cambio climático.

Por ejemplo, la India, al igual que muchas economías emergentes en latitudes que ya son cálidas, sufrirá más por el cambio climático que los países de regiones más templadas.

La agricultura sufrirá por los cambios en los patrones de temperatura y precipitaciones, lo que constituye una gran preocupación para las economías emergentes, dado que ese sector sigue representando una parte importante de su PIB y de su empleo.

También, las poblaciones más vulnerables del mundo viven en las economías emergentes y, por lo tanto, es menos probable que dispongan de los medios para protegerse contra los efectos negativos del cambio climático y, por tanto, es probable que las pérdidas de PIB en las principales economías de mercado emergentes superen los promedios mundiales.

Por lo que respecta al aumento del nivel de los mares, entre las economías de mercado emergentes, China es la que está expuesta al mayor riesgo, con pérdidas medias anuales que oscilan entre el 3,6% y el 4,7% del PIB per cápita, mientras que Brasil se enfrenta a pérdidas que oscilan entre el 0,9 y el 1,1% del PIB per cápita.

No está todo perdido

Aunque es algo enormemente ambicioso, la reducción mundial de las emisiones requerida no es imposible por una serie de razones.

En primer lugar, la pandemia puede ofrecer una oportunidad para redirigir el gasto de los gobiernos a los sectores verdes. Se están empleando grandes sumas para estimular la economía durante la pandemia y existe la oportunidad de aprovechar este dinero para financiar industrias verdes con altos multiplicadores económicos.

Aunque muchos mercados emergentes están utilizando estos fondos para financiar sectores con alto contenido de carbono, los gobiernos nacionales pueden ser capaces de reorientar este gasto o imponer condiciones ecológicas al apoyo que se presta a los sectores intensivos en carbono.

Además, los países emergentes se han dado cuenta de que la amenaza que plantea el cambio climático es demasiado grave para quedarse inmóviles. En algunas zonas, el impacto del cambio climático será tan grave que la inacción no es una opción viable.

Los impactos tienden a concentrarse en sectores clave, como la agricultura y la energía, que son los que proporcionan bienes esenciales para apoyar los medios de subsistencia. Hace diez años, muy pocas economías emergentes se habían comprometido a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pero el Acuerdo de París ha abierto el camino a nuevas discusiones flexibles en las que todos los países, tanto ricos como pobres, están desarrollando y actualizando sus contribuciones a nivel nacional para luchar contra el cambio climático.

Los costes de las tecnologías de baja emisión de carbono han continuado en caída y los mercados emergentes han aprovechado la oportunidad para convertirse en los mayores proveedores.

La energía solar fotovoltáica muestra claramente que la inversión en energía renovable de los mercados emergentes tiene el potencial de proporcionar grandes retornos.

Por ejemplo, la solar fotovoltáica muestra claramente que la inversión en energía renovable de los mercados emergentes tiene el potencial de proporcionar grandes retornos. Su coste ha venido disminuyendo constantemente en un promedio de alrededor del 10% anual durante los últimos cuatro decenios, lo que significa que un panel solar cuesta ahora aproximadamente el 30% de lo que costaba en 2010, y alrededor del 10% de lo que costaba en 2000.

Esa drástica reducción de coste ha permitido su rápida expansión, y tendencias similares se observan en otras tecnologías de bajo carbono, como la eólica o las baterías de iones de litio.

China ha captado desde 2010 una gran parte del creciente mercado solar, convirtiéndose en menos de una década en el principal proveedor de paneles solares y su participación en la fabricación mundial de energía solar aumentó de alrededor del 1% en 2001 a unos dos tercios de la oferta actual, siendo un claro ejemplo de cómo los mercados emergentes pueden llevar a cabo con éxito la transición a una economía con bajas emisiones de carbono.

Las tecnologías de almacenamiento necesarias para superar los problemas de intermitencia en el suministro de energía renovable también están disminuyendo rápidamente de costo. Y al abaratamiento de las baterías, se suma el hecho de que el hidrógeno y el amoníaco se puedan convertir en vectores de energía renovable de costo competitivo.

El auge de la financiación ecológica

La financiación ecológica está en auge y los mercados emergentes van a ofrecer fuertes oportunidades de inversión, y es hora de que los inversores se planteen una serie de cuestiones acerca de sus inversiones y de cómo estas afectan al cambio climático.

Se estima que los activos sostenibles tienen en la actualidad un valor superior a los 30 billones de dólares, cifra que está creciendo rápidamente, especialmente en las economías emergentes.

Los activos de los combustibles fósiles son arriesgados y sus rendimientos deben evaluarse en función de los riesgos que entrañan en el futuro, por lo que, para un mismo nivel de rentabilidad, es probable que las tecnologías de bajo carbono sean una apuesta mucho más segura.

Los inversores deben conocer los riesgos que asumen y las consecuencias que el cambio climático podría tener en las empresas pueden ser extremadamente complejas, lo que genera tanto oportunidades como riesgos con muchos riesgos indirectos, y algunos sistémicos.

También, deben sopesar si sus carteras rendirían mayores beneficios a largo plazo con una acción climática más firme. Incluso aquellos inversores que tienen intereses en activos relacionados con los combustibles fósiles, es probable que estén en mejor situación con una fuerte acción climática que sufriendo el daño a sus carteras por la inacción. Este puede ser el caso en particular del capital que participa en las economías de mercado emergentes, ya que es probable que estas sean más vulnerables.

Como consecuencia de todo lo anterior, cuando los inversionistas decidan desprenderse de los combustibles fósiles, los países que no están planificando la transición a un bajo nivel de emisiones de carbono podrían sufrir un colapso de la inversión extranjera directa y quedar expuestos a graves trastornos macroeconómicos.

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