¿Cómo lograr ciudades bajas en emisiones de carbono?

A medida que el mundo se enfrenta a reveses económicos, sanitarios y sociales debido a la pandemia de la covid-19, las soluciones que resuelven múltiples problemas son más importantes que nunca y pueden maximizar los recursos limitados.

Un caso en el que se puede aplicar la máxima anterior es en el de la reducción de emisiones de CO2 de nuestras ciudades. Aunque las ciudades cubren solo el 3% de la superficie terrestre, consumen el 78% de la energía primaria del mundo y generan más del 70% de las emisiones de carbono, principalmente a través de los edificios, la energía y el transporte.

En la actualidad, el 54% de la población mundial vive en ciudades, un porcentaje que se prevé que aumente hasta el 68% en 2050. Para mantener el aumento de la temperatura global en 1,5 °C o menos, las ciudades tienen que conseguir que sus emisiones sean nulas a mediados de siglo.

Publicado días antes de la cumbre de Davos del pasado mes de enero, el informe del World Economic Forum (WEF) titulado Net Zero Carbon Cities: An Integrated Approach proporciona un marco global para lograr ciudades bajas en emisiones de carbono y recomienda un enfoque energético integrado, definido como “eficiencia sistémica”, como solución a la actual crisis medioambiental, económica, sanitaria y social.

Esta eficiencia sistémica abarca la electrificación limpia, la tecnología digital inteligente y los edificios e infraestructuras eficientes, junto con un enfoque de economía circular del agua, los residuos y los materiales.

Al adoptar un enfoque integrado, las ciudades tienen la oportunidad de aumentar su resiliencia para soportar una serie de posibles crisis futuras relacionadas con el clima y la salud. El marco del WEF pretende ofrecer soluciones que permitan a las ciudades replantearse el suministro de infraestructuras urbanas y garantizar que sean más ecológicas, inteligentes, resilientes, equitativas y eficientes.

Las soluciones integrales proporcionan mayores impactos

Los responsables de las ciudades y los países, así como las empresas privadas, suelen abordar las infraestructuras urbanas con recomendaciones, políticas y acciones de sus sectores individuales (energía, edificios, movilidad). Aunque ese enfoque puede ayudar a que las ciudades avancen hacia un futuro de carbono neto cero, las soluciones integradas proporcionarán mayores impactos.

Para lograr ese enfoque integrado para la transición de las ciudades a las necesidades de carbono neto cero son necesarias la aplicación de las oportunidades de eficiencia sistémica y colaboración en toda la cadena de valor de la ciudad.

En la próxima década, las ciudades deberían focalizarse en aumentar la energía renovable y la electrificación del uso final de la energía, a la vez que utilizan la digitalización para integrar los sistemas, por ejemplo, optimizando la demanda de energía para lograr una mayor flexibilidad, acelerando la transición a la movilidad eléctrica y descarbonizando la calefacción y la refrigeración.

También deberían centrarse en la reducción del uso del suelo y del consumo de transporte mediante prácticas de crecimiento inteligente destinadas a crear unas ciudades más compactas.

En la próxima década, las ciudades deberían focalizarse en aumentar la energía renovable y la electrificación del uso final de la energía, a la vez que utilizan la digitalización para integrar los sistemas.

Beneficios del enfoque integrado para las ciudades

Invertir a gran escala en soluciones energéticas eficientes y limpias impulsará las economías, a la vez que proporcionará resultados positivos para el medio ambiente, la sociedad y la salud pública de los residentes.

La descarbonización de las ciudades europeas puede producir importantes beneficios hasta 2030, como una potencial reducción de 263 millones de toneladas de CO2, o la posibilidad de crear 680 mil puestos de trabajo adicionales de un año de duración hasta 2030 en ámbitos como la recarga inteligente y el desarrollo de infraestructuras de movilidad eléctrica, la instalación de aparatos de menor consumo, la medición inteligente y otras iniciativas relativas a la demanda de energía.

La reducción de contaminantes atmosféricos asociada a unas menores emisiones también tiene un gran potencial en cuanto a mejora de la salud humana que se ha cifrado en 36 mil millones de dólares, y por lo que respecta al ahorro de 87.000 millones de litros en la huella hídrica de la generación de electricidad.

Diferentes actores para conseguir este nuevo modelo de ciudad

Para conseguir ciudades con emisiones netas de carbono es esencial que los gobiernos, las empresas y la sociedad civil se alineen y colaboren en una agenda común.

La cooperación público-privada entre varios sectores -infraestructuras, propietarios y promotores inmobiliarios, movilidad, proveedores de equipos y tecnología, y servicios públicos- creará un sistema más integrado y optimizado, y la política y los mecanismos de financiación a nivel nacional y de la ciudad deberían estar a la altura y apoyar estas oportunidades.

Los gobiernos municipales no pueden afrontar solos los retos de la reducción de emisiones. El futuro de las ciudades depende en gran medida de las decisiones tomadas o apoyadas por los niveles superiores de gobierno. Los responsables políticos nacionales pueden crear políticas que impulsen el rediseño de nuestros sistemas, con la salud pública y la prosperidad económica como objetivos principales.

Los gobiernos municipales no pueden afrontar solos los retos de la reducción de emisiones. El futuro de las ciudades depende en gran medida de las decisiones tomadas o apoyadas por los niveles superiores de gobierno.

Por su parte, los alcaldes y los administradores de las ciudades pueden liderar la transformación ecológica y justa de las ciudades y aportar beneficios adicionales en términos de creación de empleo, salud y resiliencia. La planificación colaborativa y holística será crucial para esta transformación.

Los promotores de infraestructuras públicas y privadas (incluyendo promotores inmobiliarios, propietarios de edificios y residentes) deben colaborar con arquitectos, urbanistas, agencias de transporte público, ingenieros, contratistas, empresas de servicios públicos y otras entidades a lo largo del proceso de diseño y construcción para lograr la escala de cambio necesaria.

Se deben incorporar soluciones digitales a la cadena de valor integrada para impulsar un futuro conectado y rico en datos que permita un diseño más eficiente y centrado en el ser humano. Y lo que es más importante, los promotores de infraestructuras deben atender directamente las necesidades de las comunidades más desfavorecidas, creando y aplicando conjuntamente soluciones y compensándolas por su tiempo y sus conocimientos.

Proveedores de servicios y su relación con los ciudadanos

Los proveedores de servicios energéticos, especialmente las empresas de servicios públicos y de energía, desempeñan un papel fundamental en el aumento del suministro de energía renovable y la electrificación de las ciudades.

Estos proveedores no solo suministran electricidad. En sus manos está, entre otras cosas, proporcionar información clara a los clientes sobre las diferentes soluciones disponibles (incluyendo su coste y beneficios), el desarrollo de soluciones innovadoras para clientes residenciales (como sistemas fotovoltaicos), o la creación de una mayor capacidad técnica en toda la cadena de valor, incluyendo la reconversión de la mano de obra cualificada empleada actualmente en proyectos basados en combustibles fósiles hacia la electrificación limpia.

Por último, pero no menos importante, está el rol de los ciudadanos.

La forma en que los individuos viven juntos, formando comunidades a lo largo del tiempo, crea hábitos, desarrolla la cultura y establece normas para el estilo de vida y el entorno vital construido. Como resultado, los miembros activos de la comunidad y los consumidores pueden influir en la aceleración hacia un futuro de carbono neto cero.

Los ciudadanos y las comunidades, en función de sus posibilidades, pueden tomar decisiones meditadas sobre su modo de vida y lo que consumen, de modo que estén en consonancia con valores sostenibles y respetuosos con el clima.

Sus acciones cotidianas, como la compra de servicios energéticos, las opciones de movilidad y la adopción de nuevas tecnologías pueden apoyar la transición energética en las ciudades.

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