La pandemia no ha frenado el cambio climático

A pesar de la reducción temporal de las emisiones en 2020 relacionada con las medidas adoptadas en respuesta a la covid-19, las concentraciones de los principales gases de efecto invernadero, CO2, CH4 y N2O, han seguido aumentando.

Esa es una de las conclusiones a las que ha llegado el informe State of the Global Climate 2020, recientemente publicado por la Organización Meteorológica Mundial (WMO).

Han pasado 28 años desde que esta organización elaboró su primer informe sobre el estado del clima en 1993 a raíz de la preocupación que suscitó en aquel momento el cambio climático previsto.

Aunque la comprensión del sistema climático y la potencia de cálculo han aumentado desde entonces, el mensaje básico sigue siendo el mismo, y ahora tenemos muchos más años de datos que muestran aumentos significativos de la temperatura en la tierra y el mar, así como otros cambios, como el aumento del nivel del mar, el derretimiento del hielo marino y los glaciares y los cambios en los patrones de precipitación.

Todos los indicadores climáticos clave y la información sobre el impacto proporcionada en el informe muestran un cambio climático implacable y continuo, una creciente ocurrencia e intensificación de eventos de alto impacto y graves pérdidas y daños.

Aunque probablemente el pasado año será recordado sobre todo por cómo la pandemia de la covid-19 afectó al mundo, este informe explica que, para muchos en todo el planeta, especialmente en los países en desarrollo, el 2020 fue también un año de meteorología extrema y trastornos climáticos, alimentados por el cambio climático antropogénico, que afectó a vidas, destruyó medios de subsistencia y obligó a muchos millones a abandonar sus hogares.

Eventos meteorológicos de gran impacto en 2020

Aunque es importante comprender los cambios climáticos a gran escala, los efectos más graves de la meteorología y el clima suelen producirse durante fenómenos meteorológicos extremos como lluvias y nieves intensas, sequías, olas de calor, olas de frío y tormentas, incluidas las tropicales.

Así, en 2020 se produjeron inundaciones muy extensas en amplias zonas de África. Las precipitaciones estuvieron muy por encima de la media en la mayor parte del Gran Cuerno de África durante la temporada de “lluvias largas” de marzo a mayo, tras una temporada igualmente húmeda en octubre-diciembre de 2019.

Por su parte, la sequía severa afectó a muchas partes del interior de Sudamérica en 2020, siendo las zonas más afectadas el norte de Argentina, Uruguay, Paraguay y las zonas fronterizas del oeste de Brasil.

El año pasado fue excepcionalmente cálido para la mayor parte de Rusia, especialmente en Siberia. Las temperaturas medias en Rusia para 2020 fueron de 3,2 °C por encima de la media, 1,0 °C superiores al récord anterior establecido en 2007.

<p>Anomalías de temperatura relativas a la media a largo plazo de 1981-2010 del análisis ERA5 para 2020. Fuente: Servicio de Cambio Climático de Copernicus.</p>

Anomalías de temperatura relativas a la media a largo plazo de 1981-2010 del análisis ERA5 para 2020. Fuente: Servicio de Cambio Climático de Copernicus.

A finales del verano y en otoño se produjeron en el oeste de Estados Unidos varios incendios forestales de dimensiones excepcionales, entre ellos los mayores jamás registrados en los estados de California y Colorado, que contribuyeron a la mayor superficie quemada a nivel nacional en los últimos 20 años.

En Oceanía, los grandes incendios forestales del este de Australia, que ardieron a finales de 2019, continuaron a principios de 2020 antes de ser finalmente controlados tras las fuertes lluvias de principios de febrero.

Por lo que respecta a los ciclones tropicales, su ocurrencia a nivel mundial fue superior a la media en 2020, con 98 tormentas tropicales en las temporadas 2020 del hemisferio norte y 2019/2020 del hemisferio sur.

Finalmente, en 2020 ocurrieron fenómenos atmosféricos de frío y nieve extremos en América del Norte y del Sur, Tasmania y el este de Asia.

Riesgos e impactos derivados del cambio climático

El riesgo de impactos relacionados con el clima depende de las complejas interacciones entre los peligros relacionados con el clima y la vulnerabilidad, la exposición y la capacidad de adaptación de los sistemas humanos y naturales.

Con los niveles actuales de emisiones de gases de efecto invernadero, el planeta sigue en camino de superar los umbrales de temperatura acordados de 1,5 °C o 2 °C por encima de los niveles preindustriales, lo que aumentaría los riesgos de impactos generalizados del cambio climático más allá de lo que ya se está notando.

El informe de la WMO señala además que las consecuencias del cambio climático dificultan y ponen en riesgo el cumplimiento de diversos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ya que esas consecuencias tienen, entre otros impactos, el aumento de la pobreza, la inseguridad alimentaria, problemas de salud, escasez de agua, daño a las infraestructuras, aumento de las desigualdades, colapso de los ecosistemas o pérdida de la biodiversidad.

Por ejemplo, se estima que en el periodo 2010-2019 los fenómenos meteorológicos, sobre todo los relacionados con grandes lluvias e inundaciones, provocaron un promedio de 23,1 millones de desplazamientos de personas al año.

Los refugiados, los desplazados internos y los migrantes se encuentran entre los más vulnerables a los riesgos climáticos y meteorológicos. Muchas personas vulnerables que se desplazan, independientemente de sus motivos, acaban instalándose en zonas de alto riesgo, donde están expuestas a peligros climáticos y meteorológicos de diversa índole.

Por si lo anterior fuera poco, en 2020, más de 50 millones de personas se vieron doblemente afectadas por las catástrofes relacionadas con el clima (inundaciones, sequías y tormentas) y por la pandemia de covid-19. La pandemia además complicó la prestación de asistencia humanitaria a los lugares en que fue necesaria por los eventos climáticos adversos.

En 2020, más de 50 millones de personas se vieron doblemente afectadas por las catástrofes relacionadas con el clima (inundaciones, sequías y tormentas) y por la pandemia de covid-19.

¿Cómo minimizar esta situación?

Para mantener las temperaturas globales dentro de los 1,5 °C de la línea de base preindustrial se deberán reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en un 45% con respecto a los niveles de 2010 para 2030 y alcanzar las emisiones netas cero para 2050.

En palabras del Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, “este año es fundamental. En la conferencia de las Naciones Unidas sobre el clima, la COP26, que se celebrará en noviembre, debemos demostrar que estamos adoptando y planificando medidas audaces de mitigación y adaptación. Esto implica un aumento de los flujos financieros de los países desarrollados a los países en vías de desarrollo, así como cambios radicales en todas las instituciones financieras, públicas y privadas, para garantizar que financian un desarrollo sostenible y resistente para todos y que se alejan de la economía injusta y desigual”.

El Fondo Monetario Internacional, en sus Perspectivas Económicas Mundiales de octubre de 2020, mostró que un impulso a la inversión en infraestructuras ecológicas, combinado con un aumento constante de los precios del carbono, podría permitir la reducción de emisiones necesaria para limitar el aumento de las temperaturas y situar a la economía mundial en una senda de crecimiento más sostenible.

Las políticas de mitigación del cambio climático, como los límites de emisiones, los programas de comercio de emisiones, las tarifas que proporcionan un precio garantizado a los productores de energía renovable, los impuestos sobre el carbono y las subvenciones a la investigación y el desarrollo, se han ido popularizando gradualmente.

Mientras, la introducción de políticas medioambientales ha ido acompañada de un aumento de la innovación y la inversión a nivel mundial en tecnologías energéticas limpias y ha contribuido de forma importante a la reasignación de la innovación, la generación de electricidad y el empleo hacia actividades con bajas emisiones de carbono.

Un nuevo impulso a la inversión en infraestructuras verdes y las subvenciones a la generación de energía renovable, junto con un aumento gradual de los precios del carbono anunciado de antemano, permitirían reducir las emisiones necesarias para mantener el aumento de la temperatura en niveles más seguros.

Finalmente, el informe abre una ventana de esperanza al señalar que si bien la actual recesión mundial causada por la pandemia de la covid-19 puede dificultar la aplicación de las políticas necesarias para la mitigación, también presenta oportunidades para situar la economía en una senda más ecológica proporcionando señales de precios correctas y otros incentivos financieros para impulsar la inversión en infraestructuras públicas ecológicas y resilientes, apoyando así la producción económica mundial y el empleo durante la fase de recuperación.

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