Desconexión digital: una vacuna contra el estrés

La pandemia y dependencia tecnológica han aumentado el número de personas incapaces de desconectar del trabajo durante sus vacaciones de verano, lo que puede tener consecuencias negativas en la salud y la productividad.

Trabacaciones. Ese es el concepto que, en las últimas semanas, se ha viralizado en redes sociales y que ha causado un acalorado debate entre quienes valoran positivamente los nuevos modelos que combinan el trabajo con el tiempo libre y aquellos que lo tachan de una auténtica trampa para arrebatar a los trabajadores una parte de sus derechos laborales y la necesidad psicológica y física de tomarse un periodo de descanso.

Lo cierto es que, más allá de nuevos conceptos y debates, la pandemia en la que llevamos más de un año y medio inmersos, el uso intensivo de nuevas tecnologías y la extensión del teletrabajo han desdibujado la división entre el trabajo y el tiempo libre. También durante las vacaciones de verano.

Según el último informe InfoJobs-Esade sobre el Estado del Mercado Laboral en España, el 51% de la población activa española reconoce que responde a correos electrónicos y atiende a llamadas del trabajo durante su periodo de vacaciones.

Los cargos directivos (84%) son los que más se conectan al trabajo durante sus días de descanso, seguidos de los mandos intermedios (68%) y de los trabajadores con cargo de empleado (45%). Muchos lo hacen por voluntad propia, si bien un tercio de los sondeados asegura que lo hace por exigencia de sus superiores.

Una merma de los límites entre el espacio y el tiempo laboral y personal en la que, según una reciente investigación de la UPF Barcelona School of Management, ha sido definitivo el crecimiento de la conectividad digital hasta niveles de comportamiento adictivos que perjudican nuestra salud.

El estudio, titulado La desconexión digital, un derecho imprescindible para la salud -para el cual se ha encuestado a más de 600 personas de todos los niveles y responsabilidades de casi un centenar de empresas catalanas-, señala en concreto al teléfono móvil como responsable de la cada vez mayor incapacidad para desconectar del trabajo. Para el 76,8% de los sondeados, mirar la pantalla de su teléfono es lo primero y último que hacen cada día.

Además del hábito de muchas personas de mirar continuamente WhatsApp o el email profesional e interrumpir con cuestiones del trabajo actividades como cenar, descansar o ver la televisión, el estudio de la Universitat Pompeu Fabra recuerda que la luz azul que desprenden estos dispositivos tiene una frecuencia de ola que sobreestimula el córtex, engaña a nuestro cerebro y no le permite generar la melatonina que se necesita para dormir bien. El sonido de los mensajes, por su parte, provoca respuestas hormonales con el aumento de la adrenalina.

El resultado: un 54,3% de los trabajadores encuestados por la UPF asegura sentir fatiga digital, mientras un 41,9% se muestra incapaz de descansar bien siete u ocho horas diarias.

Un 53% de los trabajadores y trabajadoras españoles aseguran que les cuesta desconectar del trabajo en su tiempo libre.

Enganchados al trabajo

Pero la culpa no es de la tecnología en sí misma: según los datos para España del informe What workers wants 2020 de Hays, un 53% de los trabajadores y trabajadoras españoles aseguran que les cuesta desconectar del trabajo en su tiempo libre. Entre los principales motivos está la necesidad creada de atender el móvil, la tablet y los correos electrónicos.

Es decir, la facilidad que ofrece la tecnología a la hora de poder contestar a emails, realizar vídeo-reuniones y recibir llamadas hace que los trabajadores se vean empujados a atender asuntos laborales a cualquier hora y en cualquier sitio.

Y las consecuencias son innegables. Según el informe COVID-19 Global Impact de Cigna, el 79% de los empleados españoles afirman vivir conectados las 24 horas del día a sus trabajos, lo que supone un 10% más que a principios de 2020. Asimismo, las circunstancias generadas a causa de la pandemia también han aumentado el número de personas que padecen de estrés crónico: en el último año, según este estudio, ha pasado del 60% hasta el 75%.

A la dependencia causada por la tecnología también se suma otro factor que hace difícil desconectar del trabajo: la incertidumbre. Con la pandemia, ha cundido la sensación -y la evidencia- de que muchos puestos de trabajo penden de un hilo. En este marco, resulta aún más complicado -especialmente para generaciones acostumbradas a la inestabilidad laboral, como los millennials– solicitar vacaciones y arriesgarse a ofrecer una imagen de irresponsabilidad o poco compromiso.

Ya antes de la pandemia, un estudio sobre hábitos vacacionales de los estadounidenses llevado a cabo por Allianz Travel Insurance en 2015 señalaba que el 25% de los millennials se sentían nerviosos a la hora de pedir días libres a sus jefes, frente al 14% de los miembros de la generación previa, la X, y el 6% de los mayores de 55 años.

Se trata del llamado vacation shaming (vergüenza vacacional), cuyos sentimientos se mueven entre el miedo, la culpabilidad y la vergüenza por ausentarse del trabajo y que da lugar a que los miembros de esta generación tiendan a tomarse una media de cuatro días menos de vacaciones al año, según datos de Project: Time Off.

Estrés vacacional

Los empleados saben que la productividad de la empresa no va a aumentar por estar todo el día -festivos y vacaciones incluidas- conectados digitalmente, pero, a pesar de ello, se sienten empujados a estar permanentemente alerta por el compromiso con la organización.

Es lo que, en torno al año 2004, los doctores de la clínica psiquiátrica austríaca Wagner-Jauregg denominaron la depresión de la tumbona, en referencia a la ansiedad de algunos pacientes con dificultad para olvidarse del trabajo en sus periodos de descanso estival. En el contexto pandémico actual, este síndrome, también conocido como estrés vacacional o bajón veraniego, es cada vez más habitual.

Los doctores de la clínica psiquiátrica austríaca Wagner-Jauregg denominaron la depresión de la tumbona, en referencia a la ansiedad de algunos pacientes con dificultad para olvidarse del trabajo en sus periodos de descanso estival.

Sus síntomas, como señala la psicóloga y profesora de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC Sílvia Sumell en un artículo de esta Universidad, abarcan todos los vinculados con la ansiedad y el estrés y afectan al aspecto cognitivo, emocional, físico y de conducta.

“Pueden aparecer dificultades para pensar con claridad, problemas de atención, concentración y memoria, sensación de que no se habla con la misma fluidez y necesidad de comprobar las tareas una y otra vez. También aparecen cansancio, problemas para dormir, sensación de no haber descansado lo suficiente, de estar sin energía, y sintomatología relacionada con la depresión o el bajo estado de ánimo”.

También son frecuentes las alteraciones del apetito, el aumento del consumo de tabaco, alcohol o dulces, los dolores de cabeza, musculares y de estómago o la pérdida del deseo sexual, entre otros.

“Sabemos que los periodos de elevado estrés prolongado en el tiempo pueden generar sentimientos de tristeza, desmotivación, pocas ganas de hacer cosas, sensación de que no se disfruta de lo que uno hace, e irritabilidad”.

Este síndrome y sus consecuencias se desencadenan precisamente por el freno en seco: “mientras se trabaja a un ritmo trepidante, los niveles de cortisol y adrenalina -las dos hormonas relacionadas con el estrés- son elevados. Cuando empezamos las vacaciones, estos niveles de hormonas disminuyen, de forma que nuestro sistema inmunológico se deprime y podemos enfermar con más facilidad o tener algunos problemas de salud.

El estrés vacacional, además, afecta especialmente a las personas hiperexigentes consigo mismas y que se consideran erróneamente imprescindibles. Aquellas que, en muchas ocasiones, pasan el día a día centrados en el trabajo, con poco o nulo tiempo de ocio. Cuando se encuentran de vacaciones, no saben cómo gestionar y disfrutar de ese tiempo libre. Una sensación que, según el informe InfoJobs-Esade sobre el Estado del Mercado Laboral en España, afecta al 34% de los empleados y que lleva a un 8% de ellos a no coger nunca más de una semana seguida de vacaciones.

¿Cómo desconectar en vacaciones?

La desconexión digital es, desde el año 2018, un derecho reconocido por Ley en nuestro país. El artículo 88 de la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, relativo a la Protección de Datos Personales y la garantía de los derechos digitales, recoge el derecho de los trabajadores a desconectar del trabajo, por medios digitales, una vez concluida la jornada laboral.

Se trata de un derecho que está íntimamente relacionado con el bienestar y la salud de los empleados y, en última instancia, con la productividad de la empresa. Cuanto mejor desconecten los trabajadores, mayor será su salud mental y física y, por tanto, rendirán mejor a su vuelta al trabajo. Algunas empresas ya han tomado medidas para garantizar la desconexión, como bloquear el acceso al correo electrónico o al teléfono durante los días libres. Sin embargo, todavía queda mucho camino por andar.

La desconexión digital es, desde el año 2018, un derecho reconocido por Ley en nuestro país.

Existen, no obstante, una serie de consejos para aprender a separarse emocionalmente del trabajo y disfrutar de las vacaciones sin sentirse culpable. La revista Forbes, entre otras, recoge siete claves. La primera es ver la relajación como una inversión, como una recuperación necesaria que tiene como propósito recargar las pilas para continuar nuestro propósito con más energía.

La segunda recomendación es pensar en el equipo y ser consciente de que el descanso es necesario para todos. Si un miembro del equipo responde a un email durante vacaciones, el resto se sentirá obligado a hacerlo, especialmente si quien lo hace es un mando superior. Es necesario hablar entre todos sobre el agotamiento y la importancia de la salud mental y emocional.

El tercer consejo de Forbes es frenar poco a poco para evitar el shock de parar en seco. Entre otras cosas, se pueden dedicar pequeños intervalos de descanso tras las reuniones o incluso algún día libre cada cierto tiempo.

En cuarto lugar, la revista económica recomienda trabajar en la eliminación del sentimiento de culpa al disfrutar del tiempo libre, lo que está relacionado con el quinto consejo: aprender a celebrar los logros y no obsesionarse por las tareas que no están hechas.

Forbes apunta en su sexto consejo a crear fricción o, lo que es lo mismo, hacer difícil conectar con el trabajo en las vacaciones, cerrando la sesión de todos los programas de trabajo, guardando el ordenador o borrando las aplicaciones de correo electrónico en el teléfono móvil. Por último, ante posibles emergencias o incendios proverbiales, es aconsejable establecer un horario y una forma de contacto muy concretos y limitados.

Por su parte, los expertos en Recursos Humanos de la UOC también señalan en su blog una serie de sencillos consejos para desconectar durante las vacaciones. Dejar todos los proyectos cerrados y, si es posible, en manos de otro compañero; esperar a septiembre para comenzar nuevos proyectos; confiar y delegar en otros compañeros; viajar y salir de nuestro entorno habitual para desconectar de todos los elementos que nos recuerden al trabajo; apagar el móvil unas horas al día o dejarlo en casa, y evitar hablar del trabajo con la familia o con amigos son algunas de las claves para eliminar el estrés vacacional.

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