Niños responsables, delgados y concienciados

HAZ27 agosto 2007

Recientemente hemos podido leer que la multinacional Masterfoods, que comercializa marcas como Mars o Snickers, ha dejado de publicitar sus chocolatinas entre niños de menos de doce años, para contribuir a reducir la obesidad en menores.

SEGÚN EL DIARIO FINANCIAL TIMES, ésta es la primera vez en que una gran empresa del sector se decide a restringir su publicidad para promover hábitos alimenticios más sanos, en un momento en el que numerosos organismos públicos internacionales adoptan medidas en contra de la obesidad.

LA DECISIÓN DE MASTERFOODS parece haber animado a otras del sector puesto que otras empresas como Cadbury Schweppes han decidido no dirigir sus campañas a menores de ocho años, mientras que Kraft sólo se publicita entre mayores de seis años y dirige campañas hacia la franja de entre seis o once años sólo cuando los productos anunciados son saludables.

La innegable relación entre determinados productos y los problemas de obesidad es una cosa, y la persecución, o caza de brujas de algunos productos alimenticios es otra. Todos convenimos que al margen de que pueda resultar placentero para muchos, fumar un solo cigarrillo produce un perjuicio al cuerpo humano, y el realizarlo repetidamente produce la pérdida de la salud.

Sin embargo, una extraña corriente de desconocido origen comienza a utilizar como caballo de Troya productos de reconocido éxito de ventas (como la bollería) para cargar las tintas contra algunas multinacionales del sector de la alimentación y la restauración.

MUCHOS CONOCEN EL CASO del americano que meses atrás decidió alimentarse exclusivamente de hamburguesas de una conocida cadena para demostrar lo perjudiciales que estas podrían llegar a ser. Evidentemente el hombre enfermó, pero posiblemente también hubiera enfermado de haber decidido alimentarse en exclusiva de cualquier otra cosa.

LAS COMPAÑÍAS POR SU PARTE están agachando la cabeza ante los embistes, retirando campañas publicitarias, reduciendo el segmento de edades a las que destinan sus productos. Esta es una estrategia poco acertada, ya que si se abre la puerta para este tipo de argumentos demagógicos, quién sabe qué será lo siguiente que les exijirán cumplir.

ALGUNOS UTILIZARÁN EL ARGUMENTO de que cada vez es mayor el número de niños que presentan problemas de obesidad. Este, en la actualidad colectivo de enfermos, años atrás ni siquiera consistía en un grupo. Todos hemos tenido en el colegio algún compañero gordito pero ni enfermo, ni engañado por las multinacionales.

DESDE LUEGO QUE LAS CIFRAS CANTAN, si ahora hay más obesos por algo será, quizá sea por las prisas con las que vivimos, o porque se prefiere gastar antes el dinero que uno tiene en algún objeto de moda antes que en un buen bistec comprado al peso en el mercado y cocinado en casa con el mejor aceite.

LO QUE SÍ ES CLARO ES QUE SE HA OPTADO por una solución facilona: echemos, como siempre, la culpa a las compañías productoras. Y estas, por su parte queriendo responder rápidamente a la alarma no han hecho un ejercicio de reflexión, sino que han optado por asumir la maldad de sus productos y apelar a la madurez, eso sí, de los niños mayores de doce años, los cuales, a diferencia de los de once debe ser que sí son capaces de distinguir entre lo bueno de tomar una chocolatina o lo perjudicial de tomarse veinte.

Por Ana Agüero