Alianzas público privadas, clave de la cooperación al desarrollo
En este sentido se expresó el vicepresidente segundo y ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, durante la inauguración del evento, en la Casa de América de Madrid, para quien las alianzas público-privadas «pueden aportar soluciones a problemas que no se pueden resolver de un modo individual». Solbes estuvo acompañado en esta presentación por la secretaria de Estado para la Cooperación Internacional, Leire Pajín y el presidente del Banco Santander, Emilio Botín.
Durante su intervención, Pajín también insistió «en la importancia de trabajar desde el sector público y privado de forma conjunta, con objetivos ambiciosos pero también coherentes».
«Las alianzas público-privadas, gestionadas adecuadamente, pueden aportar soluciones globales», dijo, y señaló que, desde el Gobierno, estas alianzas se van a impulsar «mucho más».
A modo de ejemplo, la secretaria de Estado de Cooperación mencionó el ‘Plan Director 2004-2008’ puesto en marcha por el Gobierno español en el que se establece una apuesta de la cooperación por las alianzas público privadas. En su opinión, «la responsabilidad empieza en los gobiernos pero también en las empresas y en los ciudadanos, que exigen mayores resultados en la lucha contra la pobreza», señaló.
Además, Pajín lamentó que América Latina siga siendo «la región del mundo con mayor nivel de desigualdad» y trazó las líneas de actuación a seguir: el fomento del desarrollo y la reducción de la pobreza.
«Las mejoras en la economía han de ir de la mano de un mayor compromiso social», apostilló. «El crecimiento económico no puede dejar en la cuneta a millones de personas», prosiguió.
EL FUTURO DE LA RSC. En su intervención, Solbes también valoró el futuro de la RSC a nivel mundial ya que «las empresas son cada vez más conscientes de las consecuencias de sus acciones». «Esto quiere decir que se están dando cuenta de que no es viable hacer negocios de espaldas a la sociedad en la que actúan», apostilló.
En su opinión, la implantación de la RSC en las empresas españolas implica «una potencial mejora de la competitividad» e insistió en la «importancia de la voluntariedad de estas políticas que revierten en mejoras de bienestar para la sociedad en su conjunto».
Asimismo, destacó que «aunque quedan muchos progresos, se está avanzando por el buen camino» y mencionó la proliferación de Memorias de Sostenibilidad, Códigos de conducta o la creciente adhesión de empresas españolas al Pacto Mundial de las Naciones Unidas.
Para finalizar la inauguración de la Conferencia, el presidente del Banco Santander, Emilio Botín, recordó que «a lo largo de 150 años de historia», la entidad «ha demostrado su compromiso con América Latina», una región en la que tiene «una enorme confianza».
En su intervención, Botín desgranó qué supone la RSC para el Grupo: «Generar beneficios, comunicar con transparencia, responder ante los empleados, accionistas y clientes, y mantener un carácter voluntario».
El principal ejemplo de esta política de RSC es el ‘Programa Santander Universidades’, puesto en marcha en el año 1996. «La formación y el conocimiento son claves para reducir y eliminar las brechas sociales», indicó Botín que recordó que, en este año, el Programa se ha implantado a centros de China, Rusia y Reino Unido.
Por su parte, el director de las Redes Locales del Pacto Mundial de Naciones Unidas, Manuel Escudero –llegado de Nueva York para este encuentro– pronosticó que el fenómeno de la RSC es «un nuevo paradigma que va a tardar dos ó tres décadas en madurar». «Aún estamos escribiendo los primeros capítulos en los que la sociedad está diciendo a las empresas que no se puede trabajar como hasta la fecha», indicó.
En opinión de Escudero, la responsabilidad social se enfrenta a dos retos. «El primero de ellos consiste en que las multinacionales operen en las casas matrices igual que en los países en los que operan», explicó el director mundial de las Redes Locales que reconoció que se trata de «algo difícil que lleva su tiempo».
«El segundo de los retos consiste en pasar a la acción colectiva», detalló Escudero, que argumentó que «el Pacto Mundial debe cambiar positivamente los mercados para que sean más sostenibles».
«Los principios medioambientales, laborales, de Derechos Humanos… no son suficientes», indicó. A modo de conclusión, Escudero reconoció que «aunque se ha hecho mucho, aún hay que hacer más, principalmente en materia de coordinación, tanto de las empresas como de los gobiernos». «No hay una visión global estratégica», lamentó.
‘NACIONALIZAR’ LA RSC. En el encuentro, el parlamentario socialista y responsable de la Subcomisión de RSC del Congreso de los Diputados, Ramón Jáuregui, –otro de los invitados a la Conferencia– defendió que la «nacionalización» de la RSE en cada país latinoamericano es «demasiado grande» y cada política de este tipo tiene que responder a las necesidades de cada país.
En su discurso, Jáuregui añadió además que es necesario «profesionalizar» estas alianzas de cooperación, es decir, «organizarlas bien». Esto es importante, a su juicio, porque la RSE, en los últimos cinco años, «no ha parado de crecer de manera exponencial».
Así, dijo, la RSE se ha convertido ya en «una cuestión de fondo», estructural y que «viene para quedarse» y que además «responde a la filosofía más demandada en los últimos años: los valores –y la responsabilidad es uno de ellos– son conceptos que van ‘macerando’ y evolucionan por alguna causa». En este caso, esa causa es «una nueva ciudadanía que las empresas se ven obligadas a seguir». Por ello, en América Latina la responsabilidad de las empresas españolas «debe ser cada vez mayor».
«Con demasiada frecuencia se resume la RSE de las empresas como acción social», y la RSC, al contrario, es una política integral y no sólo acción social, por buena que ésta sea», aclaró, recordando que «ésta sola no es suficiente». La RSC nace –a su entender– de un «diálogo honesto con todos los grupos de interés de la empresa para tomar decisiones estratégicas en la empresa».
Eso es RSC «y es necesario un reporte nacional de las políticas de RSE en cada país, priorizando aspectos como las relaciones laborales o los Recursos Humanos», que consideró «claves». No en vano, en América Latina «hay una gran necesidad de dignidad laboral», y las relaciones laborales son una parte esencial de la RSE. En España se da más importancia al Medio Ambiente, por ejemplo, porque este otro aspecto está más superado, pero en Latinoamérica «no hay protección social para los empleados», remarcó Jáuregui.
En esta línea, recomendó «un mayor trabajo de coordinación de las empresas españolas con la Agencia Española de Cooperación Internacional y cooperación con las Comunidades Autónomas», algo que consideró que «aún está por hacer», es decir, es «un reto de futuro pendiente», la articulación de políticas de cooperación con América Latina «con más recursos, más imagen y más colaboración», en aspectos importantes como la educación para obtener un ‘logo’ de país, una ‘imagen’ –semejante a la imagen ‘verde’ en todo el mundo de las empresas nórdicas, por ejemplo– que las identifique en América Latina.
«Las empresas españolas deber ser líderes en la excelencia de la RSE en este continente para favorecer con cohesión social», concluyó Ramón Jáuregui antes de que el presidente de la Fundación Euroamérica y ex-ministro, Carlos Solchaga, y la directora de la Fundación Carolina, Rosa Conde, clausuraran la Conferencia.
A lo largo de segundo día de esta Conferencia también intervino el director asociado de la organización Partnering Initiative (IBLF) y ex-vicepresidente de Shell, Alan Detheridge, que –en materia de alianzas público-privadas– apostó por «encontrar las áreas en las que sea posible llegar a consensos» como el ‘truco’ para impulsar y hacer funcionar realmente esta colaboración entre gobiernos y empresas, es decir «encontrar cosas en las que no sea posible trabajar solo». En este escenario, señaló que esta tarea «no es fácil» y «lleva tiempo», pero «practicarlo sólo por imagen no funciona».
Por su parte, la responsable de Relaciones Comunitarias de la compañía minera Rio Tinto, Gabrielle Iwanow, consideró también que alcanzar estas alianzas «lleva tiempo, paciencia y comprensión», pero «son una herramienta muy poderosa para alcanzar objetivos y metas que no se pueden alcanzar individualmente».
Durante las intervenciones de este día también estuvieron presentes la responsable de RSC de Repsol YPF, María Eugenia de Barnola, y del proyecto de erradicación del trabajo infantil en Latinoamérica de Fundación Telefónica ‘Proniño’, Óscar Alfredo Batisstón. Ellos explicaron con ejemplos prácticos cómo las alianzas del sector privado con las instituciones públicas de los países donde operan las empresas pueden llegar a ser exitosas para todas las partes.
ALGUNAS CONCLUSIONES. Ideas como que la alianza entre el sector público y privado es el camino a tomar para garantizar políticas comunes que permitan rentabilizar al máximo todos los recursos son algunas de las conclusiones que se podrían extraer de estos dos días de ponencias y debates.
El encuentro, además, se cerró con la elaboración de un documento que recoge diez propuestas para sellar alianzas entre el sector público y privado en materia de cooperación al desarrollo. Este decálogo, según la directora de la Fundación Carolina, Rosa Conde, ha nacido además para «luchar contra la pobreza y a favor de la igualdad».
El primer punto que recoge el documento es que resulta imposible concebir la política expansiva empresarial en el mundo si no se vincula a un compromiso con el desarrollo sostenible. Ante ello, en los últimos cinco años, la cultura RSC ha crecido exponencialmente. Y ésta tiene que seguir siendo la tendencia futura.
Asimismo, la fuerza de la RSC pasa por adquirir compromisos multinacionales en los países en los que opera la empresa. De hecho, países experimentados en cooperación al desarrollo, como Alemania o Reino Unido ya hacen una valoración muy positiva de los resultados obtenidos con este tipo de alianzas que se han convertido en la base de su política exterior, al tiempo que ayuda a la competitividad empresarial.
De la experiencia acumulada se deduce que la primera alianza que las empresas tienen que hacer es con los Gobiernos de los países donde operan. Se trata de insertar su negocio en proyectos prioritarios para esos países: electrificación, aprovisionamiento de agua, bancarización, etc.
La Conferencia concluyó además que el reto estratégico que debe incorporar la RSE es contribuir a la modernización de los países de América Latina con el objetivo central de poner el negocio al servicio del país. Sin embargo, sólo con la acción social de las empresas «no es suficiente ni eficiente». La acción social tiene que integrarse en una política global de RSE que incluya, entre otros aspectos: la excelencia en todos los planes de actividad de la empresa; relaciones laborales; compromiso ecológico y relación con la comunidad donde se opera.
Entre los asistentes a esta Conferencia, destacaron, entre otros, el responsable de Desarrollo de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), Javier Santiso, el ex-gerente del Departamento de Desarrollo Sostenible del BID, Antonio Vives y la directora del ‘Mapeo de RSC’ y consultora especializada procedente de Argentina, Mercedes Korin.
Asimismo, se contó con la presencia del secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias, el ex-presidente de Costa Rica y fundador de la Fundación ‘Costa Rica para el Desarrollo Sostenible’, José María Figueres, el director del Programa ‘ART’ del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Giovanni Camilleri, el consejero senior de la organización Accountability, Alejandro Litovsky, el director del Building Partnerships for Development, Ken Caplan, el director de ECODES, Víctor Viñuales, la responsable de RSC de la Fundación Carolina, Isabel Roser, y representantes de importantes empresas con presencia en Latinoamérica como Repsol- YPF o Telefónica.