Institute for OneWorld Health

HAZ1 septiembre 2009

Idea innovadora

En el verano del 2000, Victoria Hale se encontraba en Bihar, India, una de las zonas más castigadas por una enfermedad infecciosa llamada leishmaniasis, también conocida como kaalazar, o fiebre negra, que causa cerca de 500.000 muertes al año. La enfermedad se extiende por la picadura de un mosquito y destruye poco a poco los órganos internos. Algunas drogas pueden curarla, pero están perdiendo eficacia a medida que el parásito se vuelve más resistente.

Además, el precio de la droga es demasiado caro para la gente de Bihar, varios cientos de dólares. “Cuando regresé a mi hotel –cuenta Victoria Hale–, después de pasear por las estrechas calles de Bihar y comprobar los efectos del Kaalazar, rompí a llorar y tome el propósito de hacer algo. Llamé por teléfono a mi marido y le comenté entre sollozos que quería dedicarme a ayudar a esta gente”.

Hale, que había trabajado como investigadora farmacéutica para la Food and Drug Administration y para el gigante de la biotecnología Genentech, regresó a su casade San Francisco y con ayuda de su marido, el físico Ahvie Herskowictz, decidió crear el Instituto OneWorld Health, la primera compañía farmacéutica no lucrativa en los Estados Unidos. Con el fin de lanzar la compañía, Victoria comenzó a recaudar dinero de personas individuales, empresas y fundaciones (la Fundación de Bill y Melinda Gates le donó más de cinco millones de dólares), y a apoyarse en la ayuda voluntaria de cientos de investigadores farmacéuticos y personas de otros campos.

En la actualidad el Instituto está a punto de recibir la aprobación de su primer medicamento, una versión del paromomycin, que puede curar la leishmaniasis de manera muy eficaz y a un coste aceptable para los pacientes. Así mismo el Instituto está fijando su atención en el desarrollo de medicamentos y vacunas para combatir otras enfermedades, como la malaria o la diarrea infantil.

“Nos encontramos en medio de una auténtica revolución en las ciencias farmacéuticas. Los investigadores han desarrollado potentes medicamentos para combatir las enfermedades de los países ricos, como el cáncer o las enfermedades coronarias. La ciencia está ahora en condiciones de hacer lo mismo con las enfermedades infecciosas que afligen a una parte importante de la población mundial. Lo único que necesitamos es la voluntad de hacerlo”.

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