“Las fundaciones culturales en la España contemporánea: de la transición al siglo XXI”

HAZ1 septiembre 2009

Marta Rey. Nueva Revista, junio 2009, nº 123

El sector fundacional ha ganado mucho con la incorporación a la academia de Marta Rey, antigua directora de la Fundación Barrié de la Maza y vicepresidenta de la Asociación Española de Fundaciones. Pocas personas son capaces de combinar una intensa experiencia práctica con la capacidad para detectar las grandes tendencias del sector y ofrecer un jugoso análisis.

En el artículo recomendado, del que lamentablemente sólo podemos ofrecer un breve esbozo en estas líneas, la profesora de Análisis Económico de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de la Coruña estudia con detalle las inversiones de las grandes fundaciones en los últimos años, centrando su interés en las transferencias monetarias de las fundaciones españolas al sector cultural. Lejos de pararse en la cuantificación de los fondos destinados a la “cultura”, la autora analiza con detalle el porqué de esta tendencia y apunta algunas posibles explicaciones sin esconder los posibles riesgos.

Según Marta Rey, el creciente interés por los temas culturales de algunas fundaciones no siempre responde a un enfoque estratégico. No son pocas las fundaciones que se guían por las preferencias personales de sus patronos o por la búsqueda de indicadores de impacto más propios de empresas de gran consumo que de entidades culturales. En este sentido, la autora señala que “quizá se haya producido una cierta confusión entre los medios y los fines de la acción cultural, entre sus outputs y los outcomes o beneficios sociales perseguidos, al ser estos últimos no sólo más difíciles de medir sino también largoplazistas por naturaleza”.

El peso de indicadores centrados exclusivamente en el impacto de las audiencias ha provocado, según la profesora, un apego a formatos como la “exposición temporal” que, si bien tuvieron su justificación en su día, se han convertido “en un espectáculo con vida propia y, en no pocos momentos, en un objeto banal cercano al mundo del merchandising”. El tema planteado es uno de los más interesantes y controvertidos en el mundo de la gestión de las organizaciones no lucrativas.

Las entidades no lucrativas se encuentran actualmente navegando entre Escila y Caribdis; por una parte, ante la carencia de disciplina a la hora de cuantificar sus logros sienten cada vez con más fuerza la necesidad de evaluar el impacto de su actividad ante sus diferentes stakeholder; por otra, cuando se deciden a acometer la evaluación eligen con frecuencia metodologías que responde a una lógica muy “marketiniana” que busca un retorno a corto plazo de la inversión sin caer en la cuenta que la cultura siempre será un objetivo de largo alcance.

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