Vacaciones para trabajar… por los demás

No son pocos los españoles que deciden pasar sus días de asueto estival como voluntarios técnicos en países en vías de desarrollo, asesorando a pequeñas comunidades en materias muy diversas: turismo, gestión de residuos, emprendimiento, innovación…

El verano es época de vacaciones para muchos españoles: algunos se van a la playa, otros a conocer lugares exóticos, o a grandes ciudades a visitar conocidos monumentos y museos. Y unos pocos usan sus días de asueto para trabajar. Trabajar en países en vías de desarrollo dentro de su especialidad con el fin de fomentar y potenciar ese desarrollo.

Son los técnicos voluntarios, personas con amplios conocimientos en diferentes campos de actuación que comparten su know how en lugares donde no hay o no se pueden permitir a ningún profesional con sus mismas características.

Aunque hay casos de técnicos que organizan de forma personal su voluntariado, la mayoría de los que acuden a esta llamada solidaria lo hacen a través de plataformas de cooperación y ONG. Uno de los mejores ejemplos se encuentra en el Fondo Extremeño Local de Cooperación al Desarrollo (Felcode), que acaba de cerrar su XI Programa Voluntarios Expertos.

Esta iniciativa enviará en unos días a una veintena de técnicos a pequeñas localidades de siete países de Latinoamérica: Bolivia, Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Paraguay, República Dominicana y Uruguay.

Allí cada uno pondrá en marcha un programa acorde a su especialidad: promoción turística; proyectos sociales en materia de violencia de género; implementación de una cultura empresarial innovadora; gestión y tratamiento de residuos urbanos; mantenimiento de caminos rurales, o puesta en valor y comercialización de productos agroganaderos, entre otros.

“Arrancamos en 2005 en Ecuador y en Bolivia con 10 voluntarios, la mitad de los que van a viajar este año”, asegura Nuria Morán, responsable del Área de Proyectos de Felcode, que añade: “Además de ayudar al desarrollo de estos países, con este programa también queremos poner en valor la experiencia de los técnicos extremeños”.

En sus diez ediciones anteriores, Felcode ha gestionado los voluntariados de 183 personas que trabajan en el ámbito público local de Extremadura. El Fondo se hace cargo de los gastos de desplazamiento, alojamiento y seguro médico, y concede una ayuda para cubrir otros gastos: comidas, tasas de aeropuerto, etc. Por su parte, el voluntario está obligado a acudir a todas las jornadas informativas previas a su viaje, para saber cómo y con quién debe operar allí, y a elaborar un informe final a su regreso en el que se recojan las tareas realizadas y una evaluación del programa.

Fuente de inspiración

Con el paso de los años, el caso extremeño ha servido de inspiración para otros fondos de cooperación regionales, como el Fondo Galego de Cooperación e Solidariedade, que lleva 10 veranos gestionando el programa Vacacións con Traballo, o el Fons Valenciá per la Solidaritat, que este año ha organizado la IV Edición de Expertos Municipales Voluntarios. Desde estas entidades se ha dado apoyo a pequeñas localidades de Cabo Verde, Nicaragua y Ecuador, entre otras.

Salvo raras excepciones, todos estos programas tienen una duración de un mes en verano, para aprovechar al máximo los días libres de los técnicos que acceden a ellos. Sin embargo, existen iniciativas más extensas para aquellos que pueden permitirse dejar su vida habitual durante más de cuatro semanas.

El mejor ejemplo lo encontramos en el programa de Voluntariado a Terreno de la ONG Ayuda en Acción, cuyos proyectos técnicos pueden llegar a durar hasta cuatro meses. “Hay mucha demanda. Por lo general recibimos unas 500 solicitudes para las 200 plazas que se suelen publicar. Incluso tenemos voluntarios que repiten cada año. Por lo general, suelen repetir entre diez y quince personas que ya han participado en otras ediciones”, asegura Fran Carril, coordinador de esta iniciativa.

En este caso es el voluntario el que se hace cargo de todos y cada uno de sus gastos: alojamiento, transportes, vuelos, manutención… “Por lo general se suelen alojar en hostales, albergues o en casas de la comunidad donde trabaje”, concreta Carril.

Experiencias personales

Paz Huergo, economista. Precisamente a través de Ayuda en Acción Paz Huergo viajó hasta Chinchaysuyo (Ecuador) para trabajar con un grupo de mujeres en temas de emprendimiento durante tres meses. “Es un área rural en la que más del 50% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza; el 70% de las mujeres sufren malos tratos… Ante esta situación, las mujeres campesinas han empezado a recuperar sus labores de artesanía para poder venderlas y tener ingresos extra”, explica Huergo.

Según Huergo, el principal problema es que a estas mujeres les falta preparación técnica: “Ellas tejen en telares muy bonitos aunque sólo para hacer alforjas, un producto que el turista no compra pero cuyo material tendría mucho más éxito si se convirtiese en un bolso. Hay que enseñarles a rediseñar el producto para que sea más vendible y a encontrar nuevos canales de distribución”, asegura.

En su opinión, es una experiencia altamente recomendable, “porque te enseña a valorar lo afortunados que somos y lo que tenemos. Sobre todo, que tenemos elección, elección de irnos a vivir al campo o de quedarnos en la ciudad. Pero los niños de esta región del mundo no tienen esa elección”.

Paz Huergo hizo su voluntariado de verano en Chinchaysuyo (Ecuador).
Paz Huergo hizo su voluntariado de verano en Chinchaysuyo (Ecuador).

Estela Iglesias, técnica de Comunicación y Turismo del Concello de Allariz. El pasado verano, Estela viajó hasta Somoto, una ciudad del norte de Nicaragua, a través del programa Vacacións con Traballo. Allí, puso en manos de la comunidad su experiencia para impulsar acciones de turismo sostenible útiles para mejorar la grave situación de pobreza que se vive en la zona. “El principal objetivo era generar empleo aprovechando los recursos que poseen, que son muchos: naturales, culturales y patrimoniales”, asegura Iglesias.

La idea sobre la que trabajó la técnica gallega fue la de aleccionar y emplear a los jóvenes de Somoto como guías turísticos, hospitalarios y amables, para que éstos no sólo mostrasen esos recursos sino que fomentasen las visitas a los artesanos de la zona, y para que recomendaran hostales, casas de comidas y alojamientos en su propia comunidad, generando así riqueza en Somoto.

Emma Teixeira, técnica de orientación laboral del Concello de Pontevedra. También a través del Fondo Galego de Cooperación e Solidariedade, Emma Teixeira viajó a Cabo Verde, a la zona costera de Ribeira Grande de Santiago, para trabajar en la cooperativa de mujeres A Sulada con el fin de conseguir el desarrollo local y la inserción sociolaboral de la mujer.

“Trabajé en un proyecto de gran envergadura que tenía como objetivos conseguir que las mujeres de la cooperativa triunfasen desde el punto de vista comercial, formándolas en gestión, marketing, contabilidad, Internet… había que asesorarlas para mejorar la calidad de sus productos, pero también alfabetizarlas y afianzar su autoestima, entre otros aspectos”, explica Teixeira.

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