Fundación Cuidados Dignos, innovando en la atención a los mayores

La Fundación Cuidados Dignos está transformando el sistema de atención de las personas mayores y dependientes hacia un modelo más digno; sin ataduras.

Según uno de los pocos estudios comparativos entre países y la tesis de la doctora Ana Urrutia defendida en enero de 2016, se calcula que en España el uso de sujeciones físicas como práctica habitual en el cuidado de personas mayores y dependientes está cerca del 40%, subiendo a 60-80% en el caso de demencia o enfermedad mental.

Mientras, en Dinamarca está en torno al 2% y en el Reino Unido o Alemania, el uso de sujeciones físicas no supera el 5%. “El paciente vive indignamente que le sujeten”, señala Ana.

En palabras de la doctora Urrutia, creadora de un modelo innovador y pionero centrado en las personas con dependencia, basado en la reducción de sujeciones físicas y químicas, “existe en la sociedad una falta de sensibilidad y valoración de las personas mayores y las personas dependientes. Esta apatía deriva en una falta de demanda de modelos de cuidado distintos a los actuales, más allá de la atención médica y procedimientos de seguridad. Un indicador de la mecanización del cuidado es el uso de sujeciones físicas y químicas como práctica habitual”.

“Muchas de nuestras instituciones priorizan la eficacia y eficiencia de la institución versus el bienestar de la persona. Llega un momento que los equipos no se dan cuenta, y no empatizan con la persona a la que están cuidando”, comenta.

La sociedad no cuestiona el modelo y los profesionales están más formados en aspectos técnicos que emocionales. Como dice la doctora “realmente el déficit no lo tiene el paciente, somos nosotros: los equipos y las instituciones”. Incluso muchos de los familiares cuando les proponen liberarles de las ataduras, se niegan, “¿y si se cae?”, se preguntan.

Su empuje por liderar esta batalla viene de su propia experiencia en la dirección de una residencia para mayores, cuando un familiar de un paciente le preguntó por la razón del uso de las ataduras. ¡Nunca se lo había cuestionado!

Enfrentada con la realidad y enfadada consigo misma, no paró hasta encontrar una solución. Una vez encontrada, contempla con cierta rabia cómo después de haber demostrado por activa y por pasiva que un modelo sin sujeciones es posible, mejor y más eficiente a largo plazo, muchas de las instituciones, reguladores y familias siguen prefiriendo las ataduras. “¿Y qué más tengo qué hacer?”, clama Ana.

El uso de ataduras no está considerada como una mala práctica médica y deriva de los cuidados psiquiátricos. Tiene un objetivo preventivo para que los pacientes no se caigan o se hagan daño a sí mismos y prioriza la seguridad. Sujetar es una forma de cuidar, dice la teoría.

Pero, como señalan en la Fundación Cuidados Dignos, creada por la propia doctora, aun estando aceptado como práctica médica, puede causar grandes problemas físicos y psicológicos. Por eso su modelo prioriza la dignidad del paciente. “Se le protege de otra manera, poniéndole en el centro de la operación”.

Ana Urrutia

Un nuevo modelo

Para lograr un cambio sistémico en la forma en que se imparten los cuidados a los mayores y dependientes, Ana y su equipo han diseñado el modelo Libera-Care que ha sido testado por la Fundación Cuidados Dignos, cuyo objetivo es: “Cambiar el modelo tanto sanitario como social”.

El modelo es un proceso flexible de eliminación gradual de las sujeciones físicas y químicas, en un proceso de cuatro años, que actúa en cuatro frentes principales -autonomía, centrarse en la persona con procedimientos orientados a sus necesidades, organización más amable y alternativas a las sujeciones en sí-  y en las que la fundación imparte formación y da soporte durante todo el proceso.

La implementación del modelo no sólo tiene un efecto positivo sobre la salud física y mental de los pacientes. Además de poner al paciente en el centro del sistema, prioriza el bienestar de los trabajadores sanitarios, lo que está redundando en reducir el estrés de los trabajadores, humaniza la relación con la familia del paciente y mejora el clima de trabajo.

Según las declaraciones de algunos de los trabajadores: “Parece que las personas resucitan”.

Reducir el uso de las sujeciones a las situaciones estrictamente necesarias no es fácil, implica una transformación profunda en la cultura de trabajo de las instituciones sociosanitarias, en los roles de los profesionales, en el proceso de toma de decisiones y, en ocasiones, en la estructura física de los centros, remodelando su cultura para prestar atención a las necesidades de la persona.

Lo que muchas veces se ve como un gasto y trabajo extra, y además, implica involucrarse emocionalmente con el paciente, para lo que no todo el mundo está preparado.

La gestión del cambio en las personas y en los centros está siendo el mayor impedimento para la propagación del modelo.

Estos cambios implican también tolerar en los centros lo que Ana llama “desorden ordenado”, donde los pacientes que necesitan acompañamiento constante pueden acudir a las reuniones de trabajo de los cuidadores para no quedarse solos; “y esto no significa que las reuniones se conviertan en grupos de pacientes deambulando por la sala… la realidad no es así”, propugna.

Para la correcta aplicación y extensión del modelo, también ha definido un sistema de indicadores y una certificación, renovable cada cinco años, que mide el impacto en la calidad de vida tanto física como psicológica de las personas.

“La fundación concede una certificación que reconoce si una organización está al inicio del cambio de modelo o al final. Además, la certificación transmite a la sociedad que esa organización trabaja desde una atención centrada en la persona, y que el cuidado que dispensa es absolutamente digno y vivido como tal por el paciente”.

Según ha comprobado la fundación, el modelo no requiere más personal, ni una gran inversión en tecnología o infraestructura.

Desde 2006 más de 120 centros han sido acreditados por Libera-Care y su objetivo es que haya una explosión en los próximos cinco años. Estiman que en algo más de una década todos los centros españoles estén en un modelo de “no sujeción”.

Gracias a su trabajo y la implantación del modelo, Ana Urrutia ha sido nombrada emprendedor social por Ashoka. Ashoka es la mayor red de emprendedores sociales del mundo. Una organización global, independiente y sin ánimo de lucro que lidera la apuesta por la innovación y el emprendimiento social. Ashoka apoya el trabajo de más de 3.300 emprendedores sociales en 90 países.

Para disminuir o erradicar las prácticas de sujeción, la Fundación Cuidados Dignos necesita la involucración de todos. Que las administraciones públicas regulen y obliguen a revisar los procedimientos; que los centros giren en torno al paciente y no teman el cambio, y que la sociedad en general presione y tome partido.

“Cuando la sociedad tome conciencia de lo que las sujeciones son, y de lo que significan, superando los miedos atávicos que nos han hecho pensar que con sujeciones las personas mayores están más seguras, se exigirá que los centros trabajen por erradicarlas, y que solo las utilicen en situaciones extremas de forma puntual y excepcional. Todos somos responsables y agentes activos del cambio”, sentencia.

Artículo publicado en El País
Comentarios

  1. Excelente emprendimiento, digno de imitar. Deseo que tenga un buen recibimiento en todos los centros que residen Adultos Mayores, que el personal que cuida y asiste pueda comprender y acopañar esta importante innovacion para el bienestar de nuestros mayores. Me gustaria saber si en los centros de salud, donde hay internaciones por diversas patologias podra tambien implementarse «la NO sujecion»? que bueno seria. Felicitaciones y gracias por este informacion.