Save the Children denuncia que el 70% de menores ha sufrido violencia online

Ante el aumento del uso de las redes sociales por parte de los niños, Save the Children ha publicado recientemente el informe 'Violencia viral' para explicar la utilización que hacen los menores de las nuevas tecnologías y el nivel de exposición que tienen a la violencia online.
HAZ11 julio 2019
<p>Informe sobre la violencia en las redes sociales. Foto: ©Save the Children/Ferran Martí</p>

Informe sobre la violencia en las redes sociales. Foto: ©Save the Children/Ferran Martí

Save the Children ha publicado el informe Violencia viral, basado en una encuesta a 400 jóvenes de entre 18 y 20 años de toda España, cuyas respuestas reflejan que siete de cada diez personas han sido víctima de violencia en el entorno digital siendo menores de edad. La ONG pone el foco en la violencia online en la pareja o expareja, una violencia transversal que puede nutrirse de los demás tipos de violencia y que suele tener su origen en la desigualdad de género.

La encuesta de Save the Children apunta al ciberacoso como la forma de violencia más común entre los adolescentes. Se estima que más de 529.000 jóvenes habrían sufrido ciberbullying durante su infancia, un tipo de violencia que afecta especialmente a las niñas: casi la mitad de las chicas preguntadas había sufrido ciberacoso frente al 33,1% de los chicos. Save the Children advierte de que este tipo de violencia se da por primera vez entre los 8 y los 9 años y la persona que acosa es, en un 45,8% de los casos, del centro escolar o una amistad.

Save the Children ha puesto en marcha la campaña #ViolenciaViral para visibilizar la violencia que sufren muchos niños y niñas en el entorno digital y para pedir al nuevo Gobierno que apruebe de forma urgente la Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia, que incluye medidas de prevención, detección y actuación para poder erradicar todos los tipos de violencia que sufren niños y niñas, contemplando específicamente los delitos de violencia contra la infancia a través de las nuevas tecnologías.

“Muchos niños y niñas sufren en silencio abusos, acoso, insultos y humillaciones a través de las nuevas tecnologías. Es una violencia igual de real que la física, pero de la que no se puede huir y de la que apenas tenemos datos. Además, es una violencia que persigue a la víctima a través del teléfono móvil 24 horas al día, todos los días del año. Estas situaciones causan a los niños y niñas un enorme dolor, condicionan su desarrollo y, en ocasiones, ponen en peligro su vida”, explica Ana Sastre, directora de Políticas de Infancia de Save the Children.

La organización también advierte de que más de la mitad de las personas encuestadas no tenía normas de uso o control parental y que cuatro de cada diez se conectaba entre una o dos horas al día. Los niños y niñas empiezan a usar cada vez antes las nuevas tecnologías: la edad media de acceso de las personas encuestadas fue de 11 años, y la red más usada era Whatsapp. Para Save the Children es de vital importancia que las familias promuevan un uso responsable de las redes sociales e informen a sus hijos e hijas de los riesgos que también pueden conllevar.

La ONG además muestra su preocupación ante la violencia entre iguales. Según la encuesta, en seis de cada diez casos de happy slapping -grabación de una agresión física, verbal o sexual y su difusión a través de Internet para ganar popularidad-, la persona que ejerció esta violencia era amigo, amiga o miembro del mismo centro escolar que la víctima.

Nuevas formas de violencia online

Otra de las formas de violencia que más sufren los y las jóvenes es la exposición involuntaria a material sexual o violento: uno de cada dos encuestados accedió a este contenido siendo menor de edad y sin consentimiento. Esta violencia sucede cuando un niño o niña se encuentra con material no apropiado para la infancia al realizar búsquedas en Internet o descargar archivos.

Asimismo, el informe habla de la relación y convivencia de las violencias en el mundo físico y en el virtual. En el online grooming o ciberembaucamiento, que ocurre cuando una persona adulta contacta a través de Internet con un niño o niña, creando un clima de confianza con la intención de involucrarle en una actividad de naturaleza sexual, el agresor usa los mismos engaños que en el abuso sexual y, en muchas ocasiones, tiene como último objetivo que ese abuso llegue a producirse en el mundo físico. En uno de cada dos casos la persona que agrede es desconocida para el menor. La organización subraya que más del 20% de las personas encuestadas sufrieron esta violencia siendo menores de edad, la mayoría a los 15 años.

“La posibilidad de reproducir y reenviar los contenidos digitales infinitamente provoca que estas formas de violencia sean además continuadas en el tiempo. De hecho, pueden combinarse varias violencias online y además desembocar en violencia física”, añade Sastre.

Save the Children también denuncia la existencia de plataformas que promocionan comportamientos como la autolesión o los trastornos alimenticios. Es el caso de los blogs que fomentan la anorexia, dando consejos y explicando a los niños y las niñas cómo dejar de comer sin que sus familiares se den cuenta.

Otra de las prácticas de alto riesgo que practican los adolescentes es el sexting, el intercambio de mensajes o imágenes propias con contenido sexual, que pasa a ser una forma de violencia cuando el material se difunde sin el consentimiento del menor. La organización advierte que en uno de cada cinco casos de sexting sin consentimiento la persona responsable de ejercer la violencia es la pareja o expareja. Según la encuesta, casi 50.000 jóvenes habrían sufrido sexting sin consentimiento en su infancia (la primera vez, a los 14 años).

Sucede algo similar en los casos de sextorsión, violencia sufrida por 43.262 jóvenes durante su infancia. Este tipo de violencia se basa en el chantaje a una persona menor de edad con la amenaza de publicar contenido de carácter sexual que le involucra. Cuando se produce esta violencia, en uno de cada cuatro ocasiones la persona responsable es la pareja o expareja.

“Todo empezó cuando yo tenía 15 años. Estaba cursando 4º de la ESO y empecé a salir con un chico. Al principio todo parecía normal, pero cuando la relación fue avanzando, empecé a ver celos y violencia. Empecé a sentir miedo y cuando le quise dejar, todo eso se traspasó al mundo virtual, a las redes sociales”, explica Alba, de 25 años, al personal de Save the Children en el marco del informe. La joven fue víctima de violencia física y online a manos de su pareja cuando era menor de edad.

Save the Children critica estos comportamientos que se repiten hacia una pareja durante el noviazgo o una vez finalizado este y que pretenden controlar, menoscabar o causar un daño a la otra persona. La ONG también advierte que el mundo físico y el virtual están muy conectados en este tipo de violencia.

El papel de los padres

Por último, sin ser un tipo de violencia contra la infancia, cada vez es más habitual que los padres y las madres sobreexpongan pública y constantemente la vida de sus hijos e hijas en Internet. Esta conducta de riesgo se denomina sharenting, y ocurre cuando se cuelgan fotos o vídeos de los niños o niñas en las redes sociales. El sharenting puede desembocar en distintas formas de violencia contra la infancia.

La organización exige que haya una estadística oficial para conocer la auténtica magnitud de este fenómeno. Entre los pocos datos disponibles, se encuentra el número de denuncias por ciberdelitos contra niños y niñas: 2.286, según el Ministerio del Interior. En el 65,4% de los casos la víctima era una niña. Respecto al perfil del agresor, los datos estatales reflejan que en el 77% de los casos las detenciones e investigaciones se centraron en hombres de entre 26 y 40 años.

“El uso de Internet tiene grandes beneficios para los niños y niñas y no se debe criminalizar. Enseñar a los y las jóvenes pautas y reglas para el uso seguro de Internet, es la mejor forma de prevenir cualquier tipo de violencia online”, indica Sastre.

La educación juega un papel clave en la prevención, detección y respuesta ante esta nueva forma de violencia contra la infancia. Para ayudar a las familias, la organización ha desarrollado materiales como la Guía de Padres y Madres, en las que se explican las claves para educar en positivo.

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