¿Agua corriente o embotellada? Bruselas sentencia: de grifo y de calidad

Parecería que el agua potable segura no es un problema en Europa si se compara la región con otras partes del mundo. Sin embargo, la Comisión Europea sigue velando por que la calidad del agua sea la mejor y que todos los ciudadanos, incluyendo a los sectores más vulnerables, tengan acceso a toda la información sobre el agua que consumen. Otro de sus objetivos pasa por reducir el consumo de agua embotellada, disminuyendo así el consumo de plástico y permitiendo a los hogares un ahorro estimado en 600 millones de euros anuales.

La mayoría de los europeos tienen buen acceso al agua potable de calidad, gracias precisamente a la legislación europea. Sin embargo, actualmente sigue habiendo 23 millones de personas, o el 4,5% de la población total de la UE, que no está conectado al suministro de agua pública, aunque no la totalidad se debe a razones de pobreza o de exclusión social. Esa cifra nace de sumar las comunidades romaníes nómadas que no tienen acceso a los sistemas y a segundas residencias que no están conectadas porque no tienen la necesidad. Por lo tanto, las razones aquí son dispares. Las tasas de conexión a los sistemas de agua potable varían desde el 57% en Rumanía al 100% en Bélgica o Países Bajos.

Según el indicador PPHR (población potencialmente en riesgo de salud, por sus siglas inglés), se estima que en 2015 un total de 22,7 millones de personas se encontraban potencialmente en riesgo de salud debido al agua potable no segura, equivalente al 4% de la población de la UE. En 2015, el coste de los 17.000 casos que se dieron de personas enfermas por beber agua de grifo ascendió a 220 millones de euros. Según el mismo indicador, el número de personas en riesgo de salud en el año 2050 descenderá, pero el número total continuará siendo importante. El porcentaje seguiría rondando el 3,8%. En términos absolutos, la gran mayoría de los Estados verán su situación mejorar, observándose un riesgo potencial más alto en, entre otros, Bulgaria, Grecia y Lituania.

Así, para que la calidad del agua continúe y mejore a largo plazo y además se maximice el acceso, la Comisión ha decidido revisar la normativa vigente para actualizarla, como uno de los principios del pilar europeo de derechos sociales, aprobado por unanimidad por los Jefes de Estado y de Gobierno en la Cumbre de Gotemburgo.

Las normas que la Comisión propone actualizar mejorarán la calidad y la seguridad del agua, al añadir sustancias nuevas, y hasta ahora no incluidas, a la lista de criterios para determinar la seguridad de la misma (como la legionela y el clorato), actualizando así los avances más recientes y ajustándose a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Además, Bruselas se encargará de que los distribuidores de agua ofrezcan información más clara sobre el consumo de agua de grifo, sus costes y el precio por litro, para que pueda ser fácilmente comparable con el agua embotellada, que detalla su composición. Con esta medida se pretende que el consumidor confíe más en el agua potable de grifo y no tenga la necesidad de recurrir al agua embotellada, con lo que se reduciría el uso innecesario de plástico. La reducción del consumo de agua envasada se espera que sea proporcional al nivel de información que se ofrezca. Se estima que se podría reducir en un 17% en 2050 en comparación a 2015.

La Comisión Europea quiere que el consumidor confíe más en el agua potable de grifo y no tenga la necesidad de recurrir al agua embotellada, con lo que se reduciría el uso innecesario de plástico.

Se reclama más información

La acción de Bruselas llega a partir de una iniciativa ciudadana que ha conseguido 1,6 millones de firmas precisamente para mejorar la calidad del agua potable y el acceso a la misma. La propuesta quiere proteger al consumidor y que los distribuidores de agua ofrezcan información más clara sobre el consumo de agua del grifo. Según las previsiones, las nuevas medidas reducirían los posibles riesgos para la salud vinculados al agua potable de un 4% a menos de un 1%.

La consulta pública mostró que solo el 58% de los ciudadanos de la UE se consideran bien informados sobre temas relacionados con el agua potable, debido principalmente a que la redacción de la normativa donde se pide que los Estados miembros adopten medidas para garantizar un nivel de información adecuado es un tanto vaga. Esto ha llevado a que existan muchas diferencias entre las informaciones que ofrecen proveedores y Estados miembros, haciendo huir en algunos casos a los ciudadanos del agua de grifo.

Solo el 19% de los encuestados estuvo de acuerdo en que la calidad del agua es aceptable a nivel europeo. Para valorar la desconfianza en el agua corriente de grifo se utiliza como indicador el promedio de litros de agua embotellada vendidos per capita por año, situado en 106 litros, llegando hasta los 170-180 en países como Alemania, Italia o Malta.

El vicepresidente primero de la Comisión Europea, Frans Timmermans, reconocía que tras esa iniciativa el Ejecutivo comunitario ha decidido proponer modernizar la legislación de la UE para que el acceso llegue a los ciudadanos donde más se necesite. “Juntos, podemos y debemos proteger la salud y la seguridad de nuestros ciudadanos”, señalaba Timmermans. Con la actualización de la Directiva sobre el agua potable, la Comisión da también un paso importante en materia legislativa para la aplicación de la estrategia de la UE en materia de plásticos, anunciada a principios de año.

El vicepresidente Jyrki Katainen incidía más en cómo esta medida iba a permitir una transición hacia una economía circular, al ayudar a los Estados miembros a que gestionen el agua potable optimizando los recursos, reduciendo en este sentido el uso de energía y la pérdida innecesaria de agua. Según su opinión, los consumidores tendrán mayor capacidad a la hora de decidir qué tipo de agua consumir si cuentan con información más transparente sobre las alternativas. “Gracias a una mayor transparencia, se les animará a optar por alternativas más sostenibles, como, por ejemplo, el agua del grifo”, indicó.

Cada año, se generan en Europa 25 millones de toneladas de residuos de plástico, pero menos del 30% se recoge para ser reciclado. En todo el mundo, el plástico representa el 85% de los residuos en las playas.

Como objetivo global la Comisión quiere limitar la huella de carbono de la UE gracias a evitar la pérdida innecesaria de agua, así como cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030 y los objetivos del Acuerdo de París sobre el cambio climático. ¿Y cómo se conseguirá? Claramente reduciendo en consumo de agua embotellada. Con las nuevas medidas se pretende que los ciudadanos confíen más en el agua del grifo y ellos mismos contribuyan a reducir los plásticos que vienen del agua ya envasada.

Una botella de plástico genera residuos que tardan en desaparecer 450 años y parte se acumula en el mar, siendo las botellas de plástico “uno de los artículos de plástico de un solo uso que se encuentran con más frecuencia en las playas europeas”, tal y como señala la Comisión. Cada año, se generan en Europa 25 millones de toneladas de residuos de plástico, pero menos del 30% se recoge para ser reciclado. En todo el mundo, el plástico representa el 85% de los residuos en las playas.

Nuevas normas

La nueva norma recoge las siguientes novedades:

  • Los Estados miembros tendrán que mejorar el acceso al agua para los grupos más vulnerables y marginados que actualmente tengan dificultades.
  • Se ofrecerá agua potable en espacios públicos.
  • Se lanzarán campañas para informar a los ciudadanos sobre la calidad del agua de grifo. La información será clara y sencilla, incluso online, y según la zona en la que viven.
  • Controles de seguridad más específicos en áreas de mayor riesgo.
  • Se acelerará la labor de normalización para que depósitos y tuberías no contaminen el agua potable.

Estos cambios se dirigen a alcanzar los siguientes objetivos:

  • Incrementar la confianza del consumidor en el agua potable del grifo.
  • Mejorar la información a los ciudadanos.
  • Reducir la compra de agua embotellada.
  • Contribuir al ahorro de los hogares.
  • Reducir el consumo de plásticos.
  • Avanzar en la economía circular.

Estrategia para luchar contra el plástico

“Si no cambiamos el modo en que producimos y utilizamos los plásticos, en 2050 habrá más plástico que peces en el mar”. Es una frase de Timmermans, también responsable del desarrollo sostenible. Dentro de la economía circular que Europa quiere liderar se encuentra, precisamente, la primera estrategia europea sobre plásticos como medida transitoria. Su objetivo es proteger el medio ambiente de la contaminación de los plásticos a la vez que incentiva el crecimiento económico y la innovación.

En 2030, todos los envases de plástico del mercado en la UE tendrán que ser reciclables, se reducirá el consumo de plástico de un solo uso y se reducirá y se restringirá el uso intencional de microplásticos.

Busca hacer una buena transición en el modo en que se diseñan, producen y utilizan los productos en la Unión Europea. Como deadline se ha establecido 2030. Para entonces, todos los envases de plástico del mercado en la UE tendrán que ser reciclables, se reducirá el consumo de plástico de un solo uso y se reducirá y se restringirá el uso intencional de microplásticos.

A largo plazo no hay otra solución que reducir los residuos plásticos incrementando su reciclaje y reutilización o incitando a su no consumo. “Con nuestra estrategia sobre los plásticos, estamos sentando las bases de una nueva economía del plástico, circular, al tiempo que orientamos la inversión en la misma dirección. Esto nos ayudará a reducir los residuos plásticos en tierra, mar y aire y ofrecerá nuevas oportunidades para la innovación, la competitividad y el empleo. Se trata de una gran oportunidad para que la industria europea desarrolle su papel de líder mundial en nuevas tecnologías y materiales. Los consumidores tienen la capacidad de tomar decisiones conscientes que protejan el medio ambiente. Es una situación de la que realmente todos podemos obtener beneficios”, explicaba el vicepresidente de la Comisión Europea Jyrki Katainen.

Con esta estrategia, la Comisión pretende que el reciclaje sea rentable para las empresas, con la instalación de plantas de reciclaje más amplias y con mayor capacidad, así como con mejores sistemas para la recogida separada y la clasificación de residuos en toda la UE. Se reducirán además los residuos plásticos y el uso de microplásticos en los productos, creando además etiquetas para los plásticos biodegradables y compostables. Por otro lado, también quiere reducir la basura marina, fomentando que los desechos que se generen en los barcos vuelvan a tierra para que puedan ser procesados correctamente.

Y para implicar a todos los Estados miembros, la Comisión está dispuesta a orientar a las autoridades competentes de cada país y las empresas en cómo minimizar los residuos de plástico desde su origen. En este apartado, cuenta con una inversión adicional de 100 millones de euros que irán al desarrollo de materiales plásticos inteligentes y fáciles de reciclar.

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